Camino junto a Ivanna que lleva una rosa blanca en su mano, y es cargada en brazos por Mimí Valdez, su mamá, reportera de Notiver, quien está cubriendo el evento y a su vez, marcha por Mara.
En una playera de un señor puedo leer: #NiUnaMas, pero también con plumón escrita la frase: “Ojo por ojo y diente por diente”. Los pegotes en las playeras y en las gorras sobre Mara.
Mientras caminamos, los pasajeros del transporte público miran con curiosidad; algunos taxistas voltean a vernos, pero otros son totalmente indiferentes.
Las familias también acompañan… con sus hijos, con sus bebés en carreolas, tomados de la mano, en señal de unión.
Caminamos y se van uniendo a la marcha mujeres, hombres, niños, como aquella joven de minifalda negra, blusa morada, y cabellos de colores… ya no importa el color de la vestimenta que era en blusa blanca y pantalón negro… buscamos la misma causa…Justicia y ésta no tiene color.
“Gracias por venir me dicen”... asiento con la cabeza, y pienso que no hay nada que agradecer, es mi deber como mujer, como usuaria de transporte público, como ciudadana; tenemos que unirnos para dejar en claro que lo que le pasó a Mara nos afecta y nos importa a todos, no importa si fue en Puebla, o al otro lado del mundo, el hecho es que Mara ya no está con nosotros.
Avanzamos por Ávila Camacho. La marcha crece, se unen más personas. Llevamos un kilómetro de gente, pero ¿es suficiente? Nunca lo será, si no estamos unidos todos, si no creamos conciencia, si no cambiamos la manera de tratar a las mujeres…
Quiero llorar. Se me hace un nudo en la garganta. Se siente la tristeza, el dolor. Seguimos en silencio.
Los tenis son mayoría, pero también los zapatos cómodos de las señoras de la tercera edad que también acompañan, con su botella de agua, por si les da sed.
Las asociaciones también se hacen presentes: “Unidos sembrando esperanza ciudadana A.C.” y “Porque mujeres somos A.C.” con Yolanda su presidenta, quienes también piden Justicia para Mara.
Algunos autos se detienen como señal de luto, otros pasan despacio, mientras algunos más son indiferentes ante el dolor de una familia que ha perdido a uno de sus principales tesoros... su hija.
Nos detenemos, precisamente en el monumento a la mujer y pienso: ¡Ay, mujer; cómo te hemos fallado! ¡Ay Mara; cómo te hemos fallado!
Toma la palabra una hermana de Mara. Su voz se quiebra… “queremos justicia para mi hermana y para todas las que están desaparecidas… La vida sin mi hermana será muy difícil… trato de no llorar, pero la lágrima se me sale. No soy la única”.
La señora Gabriela, madre de Mara, toma la palabra, aunque acepta, no le salen: “apenas hace horas enterramos a mi hija, pensé que mis hijas serían las que me enterrarían a mí, y no yo a ellas… Afortunadamente está en el cielo… Hoy por mi hija, la que yo enterré, pero por la que noche puede ser cualquier otra; solamente necesita ser mujer para ser lastimada… Que mi hija sea la última”.
A partir de allí, los gritos no se hicieron esperar: ¡Mara, Mara! ¡Justicia para Mara! ¡Mara contigo justicia exigimos! ¡Ni una más, ni una más, no queremos ni una más! ¡Por ti, por mí, por Mara! ¡Mujeres Unidas Jamás Serán Vencidas!
Se me ahogan los gritos… se escuchan los sollozos en el contingente.
¡No somos uno, no somos cien, somos millones, cuéntenos bien! Antes de llegar a Clavijero, se alcanza a ver que está lleno de observadores el balcón del Parque Juárez. Entonces el grito cambia: ¡Únete pueblo únete!
Al entrar en el túnel, las voces parecían de millones, el sonido era ensordecedor. Al salir de él y tras los palacios Municipal y Estatal, el grito era “Estado omiso, también es asesino”.
Mientras nos acercamos al centro, salen algunos vendedores de algunos comercios y se escucha ya ¡Xalapa, escucha, también ésta es tu lucha!
En la plaza Lerdo ya se encuentran algunas personas sentadas en las escalinatas. El sol se siente tan fuerte que ya hay vendedores de sombrillas. Llama mi atención una señora sentada con una pancarta: “Exigimos la intervención del gobernador”. Le pregunto el porqué de su mensaje, ya que los hechos ocurrieron en Puebla. Me dice que le pidieron su apoyo, pero que está allí porque tiene hijas y nietas y es necesario que México cambie, pues tiene mucha impotencia y coraje por todo lo que está pasando; me dice que hay mucha inseguridad.
Piden silencio porque la familia dará un mensaje. Así lo hacen. Leen una carta dirigida al presidente Enrique Peña Nieto, al gobernador de Puebla Tony Gali, al Gobernador de Veracruz Miguel Ángel Yunes Linares y a la opinión pública. En ella narran todo lo sucedido a Mara desde el 7 de septiembre.
De repente se escucha música en el parque Juárez a todo volumen. Un señor indignado baja a decirle a un tránsito de la música, mientras otros corren a pedir silencio. Quiero oír, dice una señora detrás de mí a su esposo. Se silencia por un momento, pero vuelve a escucharse a la Sonora de Margarita con “tus celos de hombre” ¡Por Dios! Totalmente fuera de lugar, aunque estén domingueando muchos en el parque.
El mensaje no se escucha, todos indignados voltean mientras otros mueven la cabeza en señal de coraje. Ahora son las campanas de la Catedral… son cuarto para las seis y anuncian misa. Esperan que termine el repiqueteo para seguir con la historia de Mara y la solicitud de justicia para ella y los asesinatos de 58 mujeres en Puebla. Piden también la intervención de Yunes Linares ante las autoridades de Puebla para que se aplique justicia. A la opinión pública nos piden no tener apatía ni indiferencia además de que alcemos la voz ante nuestras autoridades ante la corrupción y la ineficacia. Cantamos el himno nacional, y después todos guardamos silencio mientras alzamos la mano y pedimos paz. Me duele el pecho por aguantarme las ganas de llorar.
Las nubes cubren el cielo, el sol se fue… al igual que Mara.
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