Pues bien, como la política cada vez consiste más en una lucha por escalar posiciones, las alianzas se establecen con los actores más poderosos, porque en el momento de la contienda política serán aliados vitales para aportar recursos, legítima o ilegítimamente, para convencer a la ciudadanía. Es decir, la ciudadanía no es un actor con el que los políticos quieran estar bien, se le termina por considerar una masa a la que se le puede moldear con estrategias de comunicación para obtener su voto, casi como un rival que debe ser vencido en sus opiniones si son contrarias a los intereses políticos. Por eso, el enfoque bélico-competitivo parece ser favorito actualmente para llevar a cabo las acciones de gobierno.
En la ciudad de Xalapa está ocurriendo uno de tantos ejemplos de lo anterior. Hace cerca de tres o cuatro meses se comenzó a propagar la información de que sería construida una gasolinería en una de las avenidas importantes de la ciudad pero no gran avenida. Se trata de una vía de dos sentidos con dos carriles cada uno, pero con graves problemas de congestionamiento porque es de las pocas rutas que le dan fluidez al tránsito vehicular que ha rebasado el tamaño de esta ciudad veracruzana. No sólo eso, el predio en el que supuestamente se construiría está enclavado entre casas habitación, con un solo acceso y a menos de dos cuadras una escuela primaria, una secundaria y una de educación especial. A media cuadra un edificio que alberga oficinas del gobierno estatal. La alarma comenzó entre los vecinos cuando se comenzó a difundir esta especie.
En esos días leí en una nota periodística la entrevista que le hicieron al respecto al director de Servicios Urbanos del ayuntamiento de Xalapa; dijo que sabía de la existencia de un permiso, pero desconocía el giro (¿no es su trabajo saberlo a ciencia cierta?). Sorpresivamente, hace una semana comenzaron los trabajos de construcción y resulta que efectivamente se trata de una gasolinería de la empresa Ferche Gas y un representante de la misma dijo que cuentan con todos los permisos. Uno de los requisitos es haber consultado a los vecinos y obtenido sus firmas.
Como los habitantes de esa cuadra y de las cuadras aledañas han manifestado su oposición se manifestaron fuera de la construcción. Están molestos no sólo porque se dieron las autorizaciones “en lo oscurito”, sino porque la empresa está exhibiendo hojas de firmas de “vecinos” donde aparecen nombres y domicilios reales pero con firmas apócrifas. Algunos vecinos afirmaron que fueron a pedirles su firma (nunca a las jefas de manzana que se oponen radicalmente) pero se negaron a darla y ahora resulta que sí firmaron.
Veremos qué tan buen gobierno quiere ser la alcaldía de Xalapa. Por lo pronto, esto de la falsificación de firmas, apunta a que este tipo de gestión sería modelo del enfoque bélico-competitivo. La autoridad hace lo que considera mejor para el desarrollo de la ciudad, a contracorriente del sentir ciudadano y ya se verá si también de las normas. Y no es que por la zona falten gasolinerías, las hay, lo que falta es voluntad para oír a la ciudadanía y lo que sobra es una oreja muy grande para escuchar a los grupos empresariales más poderosos de la entidad.
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