Definido el candidato presidencial (casi, a menos que algo espectacular suceda) no tardan en presentarse en cascada las definiciones estatales. Los más simplistas podrán decir que en Veracruz va Pepe Yunes porque es amiguísimo de Pepe Meade. Otros dirán que se le cayó su opción a Anilú Ingram porque no va Osorio Chong. Sin embargo, habrá en dichas aseveraciones bastante escasez de miras.
La decisión presidencial ya no podía aguardar porque viene la parte más difícil. Viene el tiempo de planchar, de zurcir, de pactar y ceder espacios. Si José Antonio Meade quisiera agandallarse todos los espacios llevaría al PRI al precipicio y la desbandada o los brazos caídos harían añicos cualquier posibilidad. Osorio Chong jugará un papel fundamental en el 2018 pues conoce a la perfección el país y tiene estructura. Por eso si no coordina los destinos del PRI desde el CEN, tendrán que cederle espacios a su gente. En política los vencidos jamás se quedan con las manos vacías.
Vienen ahora las negociaciones estatales y Veracruz está en la agenda. Es el tercer padrón electoral del país y el PRI necesita un millón de votos. Si hay pragmatismo se inclinarán por el que les garantice el mayor número de votos (gane o pierda la gubernamental), y lo mismo pasará con los candidatos al Senado principalmente. Si la política fuera de amores y amigos, jamás habríamos escuchado la famosa frase: “Él es de casa, que aguante”.
El Dedo Divino no tarda en hacerse presente en Veracruz y desde el Altiplano vendrá la decisión basada en pactos y asociaciones. Flaco favor le hacen los que aseguran que va a ser Pepe Yunes tan solo porque el candidato es Pepe Meade. Si es Pepe Yunes será porque garantice más votos, porque tiene más puntos positivos que negativos, porque dé, en suma, mayores opciones para el triunfo priísta… y si no garantiza lo anterior, ¡Aguas! Bien podría actualizarse el “Él es de casa, que aguante”.
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