El martes 26 de junio, penúltimo día de campaña, Maryjose Gamboa me invitó a que la acompañara al recorrido por la colonia Río Medio III en el puerto de Veracruz. Ese día el sol no estaba tan fuerte como en otras ocasiones, pero para alguien de Xalapa, 32 grados centígrados son la antesala del infierno. Maryjose me dijo que durante todo el mes de junio así ha sido, día con día, por la mañana y por la tarde. La vi muy delgada, sudorosa, pero sonriente. Le pregunté cuántos kilos había bajado. Me dijo que tres. Mentira, ese mes de campaña en el puerto de Veracruz seguro bajó más de cinco kilos.
Maryjose Gamboa anduvo de colonia en colonia, calle por calle, casa por casa, persona por persona, en los cruceros escuchando las inquietudes de los ciudadanos, sus necesidades, pero también recibiendo sus agradecimientos. Todos la conocen por nombre, ella conoce a algunos porque no es la primera vez que está en ese lugar. Por ejemplo, don Chiro, un hombre que ayuda a jóvenes con problemas de drogadicción con su gimnasio para box le recuerda lo de un socavón que ella ayudó a resolver y le advierte de otro lugar donde podría darse la misma situación de peligro. Las madres salen con sus hijos y le piden una foto, una gorra, hasta una botella de agua. Unos hombres que trabajan en un taller mecánico la saludan amable y uno en particular la recuerda porque él también estuvo en Tuxpan, preso.
Hace unos años, una tarde, Maryjose me dijo que después de tanto golpe, tanto suplicio, presa en Tuxpan por el régimen de Javier Duarte, estaba a punto de sucumbir. Su padre la visitó ese día y le dejó el Notiver. En ese número en especial se publicaba un artículo que yo había escrito sobre ella, en el que citaba un poema que había servido a Nelson Mandela para soportar 27 años de prisión: Invictus. El poema es de William Ernest Henley y en su parte final dice: «No importa cuán estrecho sea el camino,/ni cuán cargada de castigos la sentencia,/soy el amo de mi destino,/soy el capitán de mi alma». Sobre su persona anoté: «La hicieron padecer, la alejaron de su hija y la recluyeron en un penal donde convivió con delincuentes de alta peligrosidad. Un funcionario alguna vez, en el fragor de su pasión justiciera, me dijo: ‘La vamos a chingar’. Pero no la chingaron, se chingaron ellos». Maryjose sale de prisión con la cabeza erguida, invicta, sabe que el camino que sigue tendrá sus dificultades, pero también sabe que como dice el poema de Henley, «No importa cuán estrecho sea el camino,/ni cuán cargada de castigos la sentencia,/soy el amo de mi destino,/soy el capitán de mi alma».
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Me comentaba Maryjose que, después de leer el poema y el artículo completo, recuperó fuerzas y siguió adelante, sin doblegarse.
Ahora va casa por casa por la colonia Río Medio. De acuerdo con algunos sondeos ella va adelante en las preferencias, muy adelante. Vaya, hasta en las encuestas que publican los adversarios políticos se reconoce que ella va arriba. Pero no se confía y hace campaña nos sólo por ella, sino por Miguel Ángel Yunes Márquez.
Se toma un respiro, me habla de los talleres de autoempleo que ha impulsado, de la gente que le agradece haberle llevado una herramienta que le ayude a ganarse la vida. El sol empieza a ocultarse, pero se siguen sintiendo 29 grados a la sombra. Los jarochos ya están acostumbrados y salen frescos de sus casas a saludar, a reconocer a la candidata de Por Veracruz al Frente.
¿Por qué ese recibimiento tan cordial? ¿Acaso son amables porque ella les lleva una despensa o les regala juguetes a los niños o licuadoras a las señoras? No, ella entrega en una bolsa sus propuestas de campaña. Se cosecha lo que se siembra y la candidata, que ya fue diputada, anduvo antes por esas colonias gestionando apoyos, ayudando a la gente de su distrito, enseñándoles un oficio, pero también mostrándoles el rostro humano del servicio público. Si no hubiera ese trabajo de antemano difícilmente la recibirían con tanta cordialidad.
Van a dar las 19:00 horas y el sol no fenece en el puerto de Veracruz, la temperatura cede uno o dos grados. Es el penúltimo día de campaña y Maryjose, quien seguramente será reelegida diputada local por el distrito 14 con cabecera en Veracruz puerto, sigue incansable su recorrido. Todavía faltan cuadras por avanzar, puertas que tocar, manos que estrechar. Del otro lado hay lo que parece un río. Unos niños que juegan entre la maleza la reconocen, la saludan y ella les pide que tengan cuidado, «no se vayan a lastimar» les grita. Son las 19:30 horas del martes 26 de junio, penúltimo día de campaña y Maryjose Gamboa no se cansa.
Armando Ortiz aortiz52@hotmail.com |