Aunque estos lugares no deberían de existir si se erradicara la violencia contra las mujeres, he de reconocer que los espacios están muy bien distribuidos, con todas las instalaciones necesarias para que las mujeres que lo necesiten, reciban el apoyo correspondiente, tanto de protección así como de apoyo psicológico, físico, moral y jurídico para ellas y hasta 4 hijos.
El arquitecto Roberto expone que en cada uno de los 5 niveles habrá cámaras de vigilancia operadas por un área de control.
En el caso los baños, éstos están separados por sexo, pero que no tienen puertas entre sí. Para algunas fue raro escuchar eso, pero la finalidad es que las alojadas, en caso de alguna depresión, no se encierren y se tenga que derribar las puertas; además de que se trata de evitar diferenciar sexos y promover la igualdad de género.
La zona médica, aparte del consultorio, tiene un módulo de hospitalización en caso de ser requerido. Junto está un área social y otra de atención jurídica. En el caso del área psicológica, se explicó que la Red Nacional de Refugios solicitó fueran dos módulos.
Todas las áreas son divididas por muros, los cuales por cierto se hicieron de tabique rojo, de la misma forma que todo el edificio (mi abuelo dice que construir con ladrillo es más seguro) por lo que las mujeres deben sentirse doblemente seguras.
Llegamos hasta los dormitorios, los cuales no tendrán chapas, también por motivos de seguridad. Nos dice que son 16 espacios en total de aproximadamente 30 m2 cada uno. Allí se colocará una cama matrimonial y dos literas, así como su respectivo buró, clóset y una mesa larga a la pared para que los niños hagan su tarea. ¿Y por qué matrimonial? Preguntan. Es por si la víctima está amamantando a su bebé, así lo pueda tener a su lado.
Aunque hay “enchufes”, el arquitecto precisa que no se colocará televisor alguno, fue una recomendación de la Red Nacional de Refugios; además, se trata de que las víctimas socialicen y no se aíslen; habrá un salón de usos múltiples donde podrán ver la televisión con ciertos horarios”.
Los dormitorios tienen cristales en donde se puede ver de adentro hacia afuera, pero no de afuera hacia adentro.
Los únicos accesos con chapa serán hacia las escaleras y el elevador, los cuales serán extremadamente vigilados para evitar accidentes.
El edificio cuenta con instalaciones de agua, luz, drenaje, sistema de voz y datos únicamente para el área administrativa. También hay cisterna, red hidroneumática, detector de humo, gabinete contra incendios.
En el sótano se encuentra el comedor, área de preparación y la cocina, la cual, contrario a lo que se pensara, se encuentra bien ventilada pues da a un patio de servicio. A un costado está la alacena, la cual comentaba el arquitecto Montes de Oca, está estratégicamente colocada en el área menos húmeda.
Cruzamos el patio central para llegar al área lúdica para los pequeños, y junto está un aula para que reciban clases mientras permanecen en el Refugio. Junto está el salón de usos múltiples.
En el área de baños se puede observar que las regaderas están empotradas a la pared, también por observación de la Red Nacional de Refugios. Hay lavabos y wc, separados por sexo, pero también sin puertas. Se entiende que si los niños quieren ir al baño, deberán ser cuidados por sus madres.
Antes de llegar a la azotea (lugar a la que por supuesto no tendrán acceso las alojadas) se encuentra el área de lavado, tendido y de enseres o blancos; allí ya están los contactos para 16 lavadoras las cuales serán utilizadas por determinado tiempo. Frente a ellas están también 16 lavaderos, así como el área para tender la ropa.
Finalizaba nuestro recorrido y al volver al punto de partida, el arquitecto nos comentaba que a pesar de que iniciaron la obra a finales del 2017, el mayor retraso fue que el terreno donado desde hace más de 6 años (no se le había hecho nada) era un relleno sanitario, por lo que se tuvo que cortar en caja hasta 9 metros de profundidad y después colocar loza de concreto armado en toda la base.
Asimismo dijo que el edificio se giró, es decir, que no fuera rectangular, con la finalidad de que tuviera espacios de luz y ventilación natural.
Desde luego que ahora falta equiparlo, para ello, la titular del IVM, Yolanda Olivares Pérez, dice que ya se tienen 175 mil pesos de Indesol para comprar mesas, sillas, algunas camas, refrigerador y estufa.
Aún le faltan algunos acabados al edificio que ha costado 25 millones de pesos (recursos federales) más 4.5 millones de pesos en habilitar un área independiente como jardín de niños y zona de hortalizas, pero todos trabajan sin cesar para que la construcción edificada en 750 m2 pueda albergar lo más pronto posible a mujeres que son víctimas de violencia, así como a sus hijos menores de 12 años.
Don Roberto sabe que el tiempo es oro, pues por desgracia, puede ser un caso de vida o muerte.
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