Es evidente que todo cuanto haga Miguel Ángel Yunes Linares es motivo suficiente para desacreditarse por parte de quienes ocuparán el poder absoluto a partir del 1 de diciembre.
Esta vez es la reformada Ley del Instituto de Pensiones del Estado (IPE).
Que mejor tema, cuando en Veracruz sus habitantes carecen de memoria histórica y siempre, sin fallar se unen a cruzadas bastante absurdas que los hacen tomar decisiones a través de impulsos y no de la razón.
Así el pasado 1 de julio el coraje, la sed de venganza y de castigo hicieron su misión, el resultado ya lo conoce usted, para que hablar de ello, lo cierto es que ojalá ahora todos esos mexicanos y veracruzanos que consumaron ese gran paso, asuman con todas sus letras las consecuencias de la falta de memoria histórica y pero sobre todo de responsabilidad cívica en el actuar.
Mientras los legisladores morenistas en el Congreso Local afirman que el veto emitido por el Ejecutivo se soporta en el hecho de no pretender transparentar las cuentas del IPE, la realidad es que a los veracruzanos se les olvida, que la actual administración logró equilibrar y soportar los compromisos del mismo Instituto para con sus agremiados.
Aun cuando se han presentado algunos inconvenientes en el pago de algunas pensiones o jubilaciones, en los hechos es que la actual administración estatal ha respondido a sus derechohabientes a cabalidad.
A pesar de que el responsable de esta crisis institucional y financiera tiene nombre y apellido y nuevamente está más presente que nunca, en su intento por abandonar la cárcel en donde se encuentra recluido.
Ahí es donde los legisladores morenistas debieran centrar todas sus ganas, todos sus esfuerzos, por buscar y por intentar que la PGR, la FGE y todos los órganos fiscalizadores del país se empeñasen en hacer valido el reintegro de los miles de millones de pesos saqueados por este sujeto de tan baja ralea.
Pero no. Que importa si el peor gobernador de Veracruz obtiene un acuerdo para obtener su libertad, no eso no es importante, lo importante es seguir dañando la imagen institucional de una administración que dígase como se diga sigue buscando afanosamente entregarnos buenas cuentas.
De los conspiradores en esta cruzada, nada se dice, claro, que habría que mencionar, si ayudaron a la causa para alcanzar el triunfo electoral, ellos ya se santificaron y alcanzaron ese profano aroma a sacralidad, que hace impunes a los políticos.
Hoy esos que gozan de cabal salud, aun cuando se diga lo contrario, se frotan las manos para llegado el momento tener la oportunidad de volverle a meter la mano al cajón.
La máxima de “difama que algo quedará” seguirá operando pues mientras el IPE sea tema la crisis financiera que debiera ser el asunto que apremia, bien puede esperar, pues el olvido social, es el mejor argumento para continuar con esta farsa.
Al tiempo.
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