La obsesión del exgobernador Miguel Ángel Yunes Linares ha sido siempre el espionaje. Ahora que leemos una nota en la que se da a conocer que este señor, siendo gobernador de Veracruz (qué bueno que sólo fueron dos años), tenía casi mil meseros espías en todo el estado, recordamos infinidad de pasajes que nos tocó vivir en el sexenio de Patricio Chirinos, cuando el represor secretario de gobierno nos tenía a todos con marcaje personal y, entre quienes “trabajaban” para él, estaba un grupo de meseros que laboraban en los restaurantes más concurridos del estado que, a cambio de un sueldo, mantenían informado al director de gobernación de aquel tiempo, Enrique Ampudia, de lo que pasaba en sus comederos con los visitantes “distinguidos”, que podrían ser líderes de organizaciones, líderes religiosos, actores políticos y periodistas, entre otros.
Lo importante era saber quiénes se juntaban para compartir el pan y la sal, un hecho considerado por el orate secretario como una forma de reunirse para tramar algo en su contra, y si era posible saber de qué hablaban, los meseros no se alejaban mucho de la mesa para escuchar, anotar y luego pasar por teléfono la información. ¿De qué le servía a Yunes esta actividad, para qué usaba la información, la mayoría de las veces inventada por los necesitados meseros?, para lo mismo que usaba la que obtenía a través de los micrófonos que mandó a instalar en todas las oficinas del gobierno conectados a una central que mandó a construir en la parte alta del palacio de gobierno, conocida como “El Palomar”, para lo mismo que usaba la de las cámaras de video que instaló en las entradas de los moteles y para lo mismo que usó la que le proporcionaba diariamente un ejército de orejas dados de alta en la nómina de la Subsecretaría… para nada, pero todo ese esfuerzo fue con cargo al erario estatal, es decir, los veracruzanos pagamos una absurda obsesión del entonces secretario.
Por eso no es raro que ante el desastre financiero que encontró Cuitláhuac García al asumir la gubernatura, y que condiciona su primer año de gestión, aparezcan ahora además detalles casi pintorescos pero que plasman muy bien las prácticas de la familia Yunes, entre estos que el exgobernador panista tenía diseminados más de 900 informantes en todo el estado cuyo trabajo formal era ser meseros.
Aprovechaban el trajín entre mesa y mesa para recabar la información necesaria que era recabada por el Ejecutivo estatal. Una especie de red de inteligencia que igual de poco sirvió en julio del año pasado. Y se sabe que en esta segunda época de espionaje yunista en Veracruz, los informantes estaban diseminados principalmente en restaurantes y cafés de Veracruz, Xalapa y Boca del Río. Pero también había meseros-espías en Minatitlán, Orizaba, Coatzacoalcos y Poza Rica.
Las mensualidades que se les pagaban oscilaban entre los dos mil y los dos mil 500 pesos mensuales, tal vez de acuerdo al tamaño de la oreja del mesero. Por lo general, había un encargado por restaurante que repartía el dinero y elaboraba un resumen de las conversaciones escuchadas.
La obsesión de Yunes por la información “gastronómica” no tenía límites y entre los monitoreados estaban su familia y los integrantes de su gabinete, que conocían esta práctica y la utilizaban con pragmatismo para hacerle llegar mensajes al mandatario local… ¡De locos!
En el entorno de Ricardo Anaya se conocía el dato y cada vez que iba a la entidad por acciones de su campaña presidencial, le recomendaban hacer reuniones en domicilios particulares y sin servicio. Alguna vez incluso existió un conflicto con Jorge Castañeda que en una de esas incursiones no se pudo resistir a los platillos locales y terminó discutiendo con los encargados de la seguridad del queretano.
El staff de Cuitláhuac conoció esta situación porque en diversas ocasiones se aparecieron meseros en actividades del gobernador o en instalaciones del gobierno pidiendo, en algunos casos con desesperación, retomar la ansiada mensualidad. La práctica no es para nada extraña en la real-política mexicana, de hecho, se conoce de exjefes de la Segob y de Seguridad que tenían pelotones de meseros, valets y recepcionistas desplegados como informantes en Polanco, Reforma y Las Lomas, por mencionar los ámbitos clave del circuito político de la Ciudad de México.
Niega Alor actos de nepotismo en Salud
El jueves 12 de enero de 2017, el doctor Roberto Ramos Alor asumía, por instrucciones directas del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, la dirección del Hospital Regional de Coatzacoalcos “Dr. Valentín Gómez Farías”, en sustitución del galeno Pedro Arturo Chang Mercader. En esa fecha, Ramos Alor aseguró a los medios de comunicación: “Tengo una carrera médica que me avala, esto se había retrasado por algunas circunstancias administrativas, todo el esquema de hospitales de la Secretaría de Salubridad tienen problemas ahorita, porque dejaron prácticamente desmantelada la salud de los veracruzanos” y, por otro lado, se convirtió en uno de los más entusiasmados promotores de la campaña de Miguel Ángel Yunes Márquez, a la gubernatura del estado.
Un hecho, que solo se explica en el terreno de los pactos secretos entre este tipo de personas, dejó a Ramos Alor fuera de la dirección del hospital, la foto que se tomó junto a la entonces diputada federal Rocío Nahle, foto que –dicen– el mismo “doctor besitos” (como le dicen hoy) le hizo llegar al furibundo gobernante.
Entonces, el polifacético doctor Alor dedicó todos sus esfuerzos a figurar al lado de la hoy Secretaría de Energía, su paisana Rocío Nahle, con quien fácilmente trabó una sólida amistad y convenció para que lo recomendara como el secretario de salud del nuevo gobierno de Morena, porque sabía que ese partido ganaría la presidencia y la gubernatura.
Y hoy que salen a relucir casos de nepotismo en diversas dependencias, en la de Salud del doctor Ramos Alor, quien públicamente alardea de su relación con Rocío Nahle desdeñando al gobernador Cuitláhuac García, se sabe que “el doctor besitos” tiene ubicados en cargos clave a gente de Miguel Ángel Yunes Linares, además de a su pareja como “asesor” en nómina, lo que permite sospechar de un acuerdo con Yunes para hacer creer que lo habían corrido por apoyar a Morena y tomar por asalto la secretaría de Salud desde donde daña, todo lo que le es posible, la imagen del gobierno de Cuitláhuac García en abierta simpatía con el proyecto yunista.
Obviamente, el titular de la Secretaría de Salud y Director General de los Servicios de Salud de Veracruz (SESVER), Roberto Ramos Alor, rechaza prácticas de nepotismo dentro de éstas dependencias, tal y como se difundió la tarde de ayer en algunos portales de información, que mencionaron la incursión en la estructura de la secretaría de cinco sobrinos y otros familiares cercanos al grillo sureño.
Y así se defiende: “Son emisarios del pasado, que hoy les duele el cambio que ahora beneficia al pueblo; y con lo que perdieron los privilegios que les daba la corrupción” (…), “yo les aseguro que no vine a robar, ni traicionar al pueblo; yo vine a trabajar por el compromiso que tengo con la salud. Jamás una gente como yo, que vengo de izquierda y de una lucha social, haría algo así; yo soy respetuoso de todos los lineamientos que existen; al pueblo veracruzano, les aseguro y les doy mi palabra, que eso es totalmente falso”. ¡Ah, que doctor Poliester, se le da lo de la infidelidad!
REFLEXIÓN
A Jorge Winckler ya no lo invitan ni a las reuniones sobre seguridad, hasta los militares y marinos lo detestan, y es que se dieron cuenta que todo lo que tratan en esas reuniones lo sabe Miguel Ángel Yunes Linares, en tiempo real, gracias a los buenos oficios del fiscal. Escríbanos a mrossete@yahoo.com.mx formatosiete@gmail.com www.formato7.com/columnistas |