Es el número dos en importancia, después del titular del poder Ejecutivo; el responsable de la política interna del estado; el responsable de la gobernabilidad, el interlocutor entre los líderes de los grupos sociales y políticos y el gobierno para el que sirve. Nos referimos al Secretario de Gobierno, haciendo referencia a las tareas fundamentales que debe cumplir en su delicado encargo.
A lo largo de nuestra carrera periodística, hemos podido observar el trabajo de infinidad de políticos que se han desempeñado en ese importante cargo’. El último, Rogelio Franco Castán, para nosotros ha sido, de todos los exsecretarios de gobierno, el más inútil, incluso por encima de la señora Nohemí Quirasco Hernández, “Doña Chanclas”, quien en el gobierno de Miguel Alemán Velasco y recomendada por Fidel Herrera Beltrán, se convirtió en la primera mujer en ocupar ese cargo en la historia de Veracruz.
Al perredista Franco Castán le tocó la suerte de cobrar la factura que el partido al que pertenece la pasó a Miguel Ángel Yunes Linares, a cambio de aliarse con él en la contienda por la gubernatura; solo que Yunes no le permitió hacer nada, lo maniató desde el inicio de la gestión de dos años y, de plano, Rogelio no figuró para nada en ese gobierno. Lo único que se recuerda de él son las madrizas que le propinaba periódicamente a su concubina, pero esas fueron cosas de su vida privada que trascendieron porque la pobre ñora subía al face fotos con los ojos morados y la boca rota. En fin, Rogelio ha sido el peor de los secretarios de gobierno que hemos tenido.
Pero nos tocó ver actuar, por ejemplo, a un Manuel Carbonell de la Hoz, político por los cuatro costados, a quien todos los líderes religiosos, políticos y sociales le tenían un gran respeto. Tan buen trabajo hizo como responsable de la política interna del estado que se llegó a convertir en el candidato del gobernador Rafael Murillo Vidal, su jefe, quien lo recomendó con Echeverría para que fuera su sucesor, solo que los grupos políticos del altiplano lo tumbaron de la candidatura y no pudo ser, pero de su chamba como número dos de Murillo Vidal fue impecable; mientras Murillo se pasaba parte del día durmiendo, Manuel Carbonell se encargaba de controlar el estado y de que las cosas marcharan por buen camino.
Con Rafael Hernández Ochoa se comenzó a escribir la leyenda del político sureño Carlos Brito Gómez, su secretario de gobierno. Carlos Brito tuvo la fortuna de contar con un jefe de primer nivel como lo era Hernández Ochoa, un político muy completo quien formó un gran equipo de trabajo teniendo entre sus colaboradores más cercanos al joven contador Gonzalo Morgado Huesca, al maestro Guillermo Zúñiga Martínez (qepd) y al abogado José Luis Lobato Campos, entre otros.
Otro gran secretario de Gobierno lo fue sin duda Ignacio Rey Morales Lechuga, el político de Poza Rica, quien llegó con Agustín Acosta Lagunes, un político de pocas luces; por eso es que fue Nacho quien tomó el control del estado para conducirlo, hasta que decidió partir, cansado de los caprichos del gobernante que lo único que hacía era echar a perder lo que Morales Lechuga construía con grandes esfuerzos y habilidades.
Dante Delgado Rannauro fue el secretario durante el bienio de don Fernando Gutiérrez Barrios, cargo que se ganó a pulso, llenando todos los espacios que sus compañeros de gabinete dejaban vacíos y, con el principio de tirarle flechas a la luna, se convirtió en un indispensable del gabinete para Gutiérrez Barrios quien, como reconocimiento a su capacidad, le confió el estado para que lo gobernara por cuatro años. A su vez, Dante designó en la Secretaría al caballeroso y fino político Miguel Ángel Díaz Pedroza, cuyo trabajo discreto pero muy eficiente, permitió que Dante se mantuviera en giras permanentes por el estado, haciendo lo que mejor sabe hacer… política, confiado en que en la Secretaría había un político responsable, serio, de resultados, como fue Díaz Pedroza.
Patricio Chirinos trajo como secretario de Gobierno a Miguel Ángel Yunes Linares, quien con toda la confianza del titular del ejecutivo y rodeado de un equipo de colaboradores de primer nivel, como Enrique Ampudia Mello, logró mantener al estado en calma, garantizó la tranquilidad y la seguridad de los veracruzanos y llegó a convertirse en el candidato de Chirinos a sucederlo, para lo cual lo mandó a conducir el proceso electoral de relevo de alcaldes, desde la presidencia del PRI, tarea que no pudo cumplir al llevar al tricolor a la debacle y sus aspiraciones se perdieron.
Miguel Alemán Velasco aceptó tener como Secretaria de Gobierno, insistimos a petición de Fidel Herrera, a doña Nohemí Quirasco Hernández, y si bien los resultados de su trabajo no fueron de gran brillo tampoco le falló al gobernador (la amenaza elegante, le decían a Miguelito). Más tarde llegó a ese cargo, para cerrar con broche de oro, un gran político como lo es Flavino Ríos Alvarado, quien pronto se ganó la confianza total de Alemán y llegó a estar en la final por la candidatura al gobierno, peleándola con el de Nopaltepec. Dos circunstancias le impidieron a Flavino ser el candidato: la primera, que por respeto al gobernante comenzó tarde su trabajo de proselitismo con los grupos políticos, que lo veían bien y con quienes tenía una excelente relación, y el sorpresivo deceso de su hijo.
Fidel Herrera Beltrán invitó al alcalde de Xalapa, Reynaldo Escobar Pérez, a que fuera su secretario de Gobierno y, gracias a sus vastos conocimientos del derecho y su habilidad política, Escobar Pérez supo llevar con honor y eficiencia el cargo; tan bien lo hizo que de ahí brincó, en el gobierno de Javier Duarte de Ochoa, el recomendado de doña Rosa Borunda, a la Procuraduría General de Justicia del Estado.
Duarte, por su parte, comenzó su administración con un joven político en la Secretaría de Gobierno, Erick Lagos Hernández, quien traía mucha cuerda como político conocedor de los problemas del estado y de los grupos. Hiperactivo y con una inteligencia para la actividad política, semejante a la de su maestro Fidel Herrera; después, por acuerdos tomados con el PAN, llegó a ese cargo el ingeniero Gerardo Buganza y Salmerón, un hipócrita e inútil cordobés, a quien solo le interesaba el dinero, los negocios e ir todas las tardes a misa en compañía de su esbirro favorito, José Luis Enríquez Ambell. “El Buguy”, como le decían, pasó también sin pena ni gloria por el importante cargo que le dio Javier Duarte, y desde nuestra óptica, ha sido de los tantos que no entendien la importancia del puesto y menos en qué consiste el arte de gobernar.
Hemos podido ver buenos políticos, brillantes, regulares y pésimos, pasar por la Secretaría de Gobierno, ser el dos del Palacio, tener la responsabilidad de conducir la política interna de Veracruz; así es esto del periodismo, que da la oportunidad de conocer de cerca la historia. Hoy, a cinco meses y diez días de distancia, todavía no podemos dar una opinión del dos de Cuitláhuac, del ingeniero Eric Patrocinio Cisneros Burgos, que lo mismo le hemos visto coordinar labores de limpieza en la entrada de Xalapa que presidir reuniones de trabajo con grupos de inconformes, que inaugurando calles, que cuestionando al Fiscal a través de los medios y, lo primero, en 2010, trabajando en la campaña de Dante Delgado Rannauro, cuando el hoy Senador, fundador y propietario del partido Convergencia por la Democracia, hoy Movimiento Ciudadano, buscó ser nuevamente gobernador del estado por la vía del voto pero perdió con Fidel Herrera Beltrán.
REFLEXIÓN
Es cierto, si López Obrador fuera congruente, viviría en Los Pinos, que construyó Cárdenas, y se saldría de Palacio Nacional que construyó Cortés. ¡Feliz día de las madres! Escríbanos a mrossete@yahoo.com.mx formatosiete@gmail.com www.formato7.com/columnistas |