Y es que las nuevas fórmulas personalísimas de ejercer el poder, han provocado que al menos en la entidad, no se catapulte a nuevos actores políticos a esa estratosfera a la que aspiran los que algún día gobernaran Veracruz.
Durante el gobierno de Fidel Herrera Beltrán, una regla de oro fue la de no opacar al mandatario estatal, que, erigido en máxima autoridad, pretendía ser todo al mismo tiempo, así es que, si era invitado a un bautizo, él quería ser el bautizado, si era una boda, quería ser el novio, si era funeral, deseaba ser el difunto.
El objetivo fue evidentemente no desdorarle la posibilidad de “brillo” que hace intentar verse como el gran tlatoani, para que nadie dentro del circo político le creciera, como el conocido refrán en donde compras el circo y te crecen los enanos.
Así pues, la regla fue clara, y la fórmula continúo bajo el mandato de Javier Duarte, quien aun cuando dejó hacer algunos, intento mantener ese control acérrimo sobre medios para que solo brillará él y su grandiosa corpulencia.
Con la llegada del Yunismo el tema se retomó con más ahínco, al punto tal que el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares era el portero, el defensa, el medio y el centro delantero en las 11 posiciones de un equipo de futbol.
Él era todo, a efecto de evitar hierros en un gobierno en donde por su corto tiempo habría de ser tan ínfimo que nada debía robarle reflectores para opacarle su paso a la historia de Veracruz.
Con la llegada de Cuitláhuac García Jiménez la situación ha cambiado, el gobierno de la Cuarta Transformación ha ajustado la política de imagen, y ha dado muestra de un mayor pluralismo, con ello, se permite y se escuchan las voces de más funcionarios en aras de mostrar que Morena tiene los cuadros suficientes para llegado el momento impulsar una nueva candidatura.
Lamentablemente los compañeros de gabinete del actual mandatario han mostrado su incapacidad y altura de miras como para poder estar en condiciones de poder llegado el momento levantarse con una candidatura al gobierno del Estado.
Quizá por ello solo se ven dos personajes para poder suceder llegado el momento al mandatario estatal.
Por un lado, el senador Morenista, Ricardo Ahued Bardahuil quien con congruencia y un trabajo pulcro y austero, prepara llegado el momento el asalto por la candidatura de su partido, aun cuando se afirme que también se apuntaría la hoy secretaria de Energía (Sener), Rocío Nahle García, quien se mantiene sumamente atareada con los temas que le ha encomendado el presidente López Obrador al frente de la Sener.
Y es que Nahle García tiene al frente el reto de mejorar la operatividad y productividad de Petróleos Mexicanos (Pemex) y Comisión Federal de Electricidad (CFE), así como la construcción de la Refinería de Dos Bocas, algo que no habrá de sucederse sin mantener su atención al 100 por ciento al frente de la misma dependencia.
Por otra parte, el también senador panista Julen Rementería del Puerto sería el otro personaje que a últimas fechas ha ganado notoriedad dentro del ámbito nacional por su papel aguerrido desde su curul senatorial.
Ambos personajes –morenista y panista- maduros, congruentes en su actuar, excelentes tribunos y afirman algunos con la calidad moral y política para verdaderamente aspirar a dicha posición.
Lo cierto es que solo se ven dos para suceder a Cuitláhuac García Jiménez, pero eso habrá de sucederse dentro de año y medio, si es que se da, la realidad es que para esas fechas el actual mandatario se habrá asentado y contará con la experiencia que significa el ejercicio del Poder.
Así que, para los acelerados, relax, tómenselo con calma y mejor comencemos acostumbrarnos a esperar los resultados para los que casi un millón 600 mil veracruzanos votaron.
Al tiempo.
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