Los medios de comunicación son empresas privadas creadas por particulares para ofrecer un servicio de información que le sirva a la sociedad para educar, orientar o entretener, medio en el que los comerciantes y empresarios pueden contratar espacios para promover sus negocios, el gobierno difundir sus acciones y los políticos sus proyectos.
La inauguración de una obra es nota, dicen los funcionarios de un gobierno, igual que un anuncio sobre un nuevo programa, o cualquier acción que implique el esfuerzo del político en el poder, y no, esa es una concepción totalmente equivocada, todo lo que hace un gobierno en favor de la población es parte de su trabajo, del compromiso que adquieren cuando rinden protesta para ocupar el cargo y el pueblo, mediante sus impuestos, les paga de manera generosa sus servicios, de tal forma que si quieren promover lo que hacen deben contratar espacios en los medios.
En contraparte, si hacen mal su trabajo o no lo hacen, eso sí es nota y se difunde sola. Un funcionario que no sabe hacer su trabajo y comete errores que nos cuestan a los ciudadanos, debe ser denunciado por los medios en cumplimiento estricto de su compromiso social. Por eso se dice que lo malo se difunde solo, lo bueno cuesta hacerlo.
Las secciones de un medio
Los medios de comunicación tienen secciones. Están los espacios de información general, la sección de nota roja que muchos han suprimido por razones obvias, la de sociales, de deportes, de columnistas y, en el caso de los portales informativos que también son empresas periodísticas con tecnología de punta, incluyen videos de entrevistas y reportajes producidos por cada casa editorial, lo cual tiene un costo enorme porque requiere, para cada sección, personal especializado que cobra por sus servicios.
Fundar uno de estos medios y convertirlo en el más influyente por el número de lectores que a diario registra, requiere de una gran visión periodística y un espíritu empresarial muy difícil de encontrar en la actualidad en el medio periodístico.
Columnistas en declive
Todo parece indicar que la llamada Cuarta Transformación, o el nuevo gobierno de Morena, o más concretamente el presidente Andrés Manuel López Obrador, ha decidido, como política de comunicación, combatir la llamada comentocracia que tanto éxito alcanzó en los gobiernos priistas y que permaneció con la misma influencia con los panistas.
Hoy vemos al Presidente combatiendo a los columnistas ya sea descalificando su trabajo, tratándolos como vulgares chayoteros, desmintiéndolos públicamente, tratándolos como “el hampa del periodismo” o filtrando contratos millonarios con los gobiernos anteriores, a través de empresas que sería bueno se investigaran para conocer si son reales o solo han servido de parapetos para beneficiar a quien aparece como dueño, en este caso, un destacado columnista. En defensa propia, varios de los mencionados en una lista de beneficiarios de las administraciones anteriores han dicho: ahora resulta que es un delito tener una empresa, pues no lo es.
El analista Jorge Zepeda Paterson acaba de publicar en el periódico El País una interesante columna donde aborda con mucha precisión el tema: “Los columnistas solían ser los intérpretes de los asuntos públicos, aquellos que configuraban a la opinión pública, hoy ni siquiera son capaces de influir en la opinión de sus familiares, no convencen a su esposa ni a sus padres o hermanos, dijo palabras más o palabras menos el presidente Andrés Manuel López Obrador esta semana. De otra manera no se explica, reflexionó, que prácticamente todos los articulistas estén en su contra y no obstante el pueblo lo apoye.
“Quizá el fenómeno no es tan categórico como lo describe el Presidente, eso lo sabrán los familiares de todos los que escribimos, pero atiende a un hecho real: los niveles de aprobación del mandatario mexicano son abrumadoramente altos pese a que la mayoría de los medios de comunicación y en particular los espacios de opinión le son profundamente adversos. Los columnistas más leídos entre las élites, normalmente, conductores de programas noticiosos y de debate en radio y televisión, tunden al Gobierno y en particular al Presidente todos los días. Material no les falta gracias al estilo pintoresco de AMLO, a las charlas improvisadas de poco más de una hora que ofrece entre 7 y 8 de la mañana de lunes a viernes y a su inclinación por la confrontación con sus adversarios. El pulso entre el Presidente y la llamada comentocracia es inédita en el país. Por lo general el Gobierno en turno solía afrontar algunas plumas críticas, pero el aparato publicitario y de comunicación terminaba por conseguir una cobertura favorable o comprensiva para con el soberano, por más que hubiera excepciones. Hoy el panorama se ha invertido. La mayoría de los periodistas estelares, los que cuentan con cientos de miles o millones de seguidores en redes sociales, tunden al Presidente.
“Habrá que seguir de cerca el desenlace de esta confrontación porque no hay apuestas seguras. Hasta ahora López Obrador va ganando la partida, pero muchos advierten que eso se debe a la luna de miel que suelen gozar los presidentes entrantes. Luego, el desgaste que supone gobernar y la imposibilidad de cumplir las expectativas terminan por pasar factura al régimen en funciones.
“Y ciertamente la comentocracia está haciendo todo lo posible por agotar cuanto antes esa luna de miel. Los micrófonos y las columnas desmontan cada día lo que a su juicio son dislates, contradicciones, errores, ridículos del Presidente y su administración. Tras el enunciado de desaciertos suelen concluir, por enésima ocasión en la semana, con lo que habían profetizado desde la campaña: el inexorable fracaso de López Obrador, su incapacidad para gobernar.
“El Presidente libra su lucha recurriendo a la estrategia que pretende seguir en materia de gasto público: eliminar a los intermediarios. Sus programas de bienestar quieren prescindir de las ONGs o de la burocracia para entregar directamente los recursos depositándolos a la cuenta bancaria del beneficiario. Algo similar pretende en materia de comunicación.
“Su decisión de someterse una hora diaria a preguntas abiertas de los reporteros, sesión que es transmitida libremente en la Web y en redes sociales, tiene el propósito de establecer un puente directo con los ciudadanos, saltándose al mediador. Ofrece primicias, aclara dudas, distribuye explicaciones. En el pasado comentaristas y columnistas políticos se hicieron indispensables por la enorme opacidad de los usos y costumbres del poder. El Presidente era enigmático, indescifrable, cargado siempre de cartas bajo la manga. Se hacían necesarios los iniciados capaces de decodificar intenciones y motivos escondidos en lo pliegues del poder.
“Hoy el Presidente está tratando de hacerlos obsoletos por el simple expediente de exponerse directamente al público. Antes de que tengamos oportunidad de leer las reacciones de todos estos articulistas a la sorpresiva renuncia del director del Instituto de la Seguridad Social (IMSS), un escándalo por donde se le mire, el Presidente ofrece sus reacciones a las 7:20 de la mañana, informa quién será su sustituto y cómo se subsanarán las críticas del exdirector.
“Cada vez que los comentaristas intentan definir la agenda y convertir un incidente en una factura política costosa, López Obrador ha buscado desmontar el escándalo y ofrecer al circo un material distinto y hacerse así del control de la agenda. No siempre lo ha conseguido, aunque sí la mayoría de las veces.” “Desde luego se trata de algo más que de una confrontación de mensajes. En el fondo se enfrentan dos concepciones políticas. AMLO diría que son las resistencias del statu quo opuesta al cambio de régimen a favor de los pobres que él propone; la comentocracia dirá que es el deber de exponer ante la opinión pública la regresión que representa una propuesta populista y trasnochada. Por ahora la parte más visible es esta confrontación entre Presidente y comunicadores. Sólo el tiempo dirá quién terminará imponiéndose. Por lo pronto, asómese usted a una mañanera, algo peculiar está sucediendo allí; y para bien o para mal, la calculada candidez de López Obrador no lo defraudará.”
Aquí lo importante es ver, en unos meses más, si a AMLO le funcionó la estrategia o si esa estructura bien cimentada en los medios logró debilitar a un gobierno que pretende ser distinto. En Veracruz hay dos casos que se podrían tomar en cuenta para adivinar el fin de esta lucha: el de Javier Duarte y el de Miguel Ángel Yunes Linares, ambos rompieron con los medios y ambos padecen las consecuencias de su soberbia.
Podemos en Los Tuxtlas
Francisco Garrido Sánchez, Gonzalo Morgado Huesca, Juan Herrera Marín y todos los que forman el equipo de operadores políticos de Podemos, disfrutan del éxito que van teniendo en la realización de sus convenciones distritales (llevan seis), a las que asisten ciudadanos por voluntad propia a inscribirse como militantes de un nuevo partido político que se promueve abriendo las puertas a todos los que quieran participar en un proyecto político distinto. La semana que pasó estuvieron en Los Tuxtlas y contaron con la presencia de cerca de mil veracruzanos, quienes con credencial de elector en mano fueron a solicitar su inclusión en Podemos.
Antes estuvieron en Perote y pasó lo mismo. Por cierto, es falso que ahí haya estado el priista José Francisco Yunes Zorrilla, el único tricolor con autoridad moral en Veracruz para alzar la voz y opinar porque todo lo que ha hecho ha sido apegado a las normas, con la honradez que le caracteriza y siendo leal a su partido, el PRI, de donde no se moverá.
REFLEXIÓN
¿Qué dirá la iglesia católica, o sus jerarcas, de ver cómo líderes de la Luz de Mundo participan en Veracruz en la conformación de un nuevo partido político?... Se nota que gozan del cariño de la 4T pues hasta el Palacio de las Bellas Artes les prestaron para festejar el cumpleaños número 50 de su líder Naasón Joaquín García (Apostol de Jesucristo), con música de la Orquesta de la Secretaría de Marina.Escríbanbos a mrossete@yahoo.com.mx. Formatosiete@gmail.com.mx www.formato7.com.mx . |