Un ejemplo basto como evidencia.
La República de El Salvador y su presidente Nayib Armando Bukele Ortez distan mucho de ser si quiera ejemplo de su par mexicano, ese que ha si mismo se emula al presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt, pero en versión -3.1416.
Y es que si comparamos las acciones emprendidas por Bukele https://www.facebook.com/Ventanaver /videos/839817923167881/ observamos que quien fuera alcalde de San Salvador dejó de ser un político local para convertirse en gran ejemplo de mandatario.
El manejo de la crisis global en su país evidencia el conocimiento y reconocimiento de prioridades, la prospección y el correcto manejo de escenarios, así como la actitud responsable para con su sociedad y para con sus empresarios.
Sus logros y resultados están a la vista; a penas 69 casos confirmados de Covid-19 según confirma página Coronavirus COVID-19 Global Cases by the Center for Systems Science and Engineering (CSSE) at Johns Hopkins University (JHU) https://www.arcgis.com/apps/opsdashboard/index.html #/bda7594740fd40299423467b48e9ecf6, la construcción incluso del hospital más grande de América Latina para la atención de la pandemia lo confirman.
En contra parte, un presidente López Obrador demagogo, mentiroso, falaz; el ofrecimiento a la creación de dos millones de empleos resulta insultante a la inteligencia.
Su llamado a no dejar solos a los pobres, acabando primero con la clase media a la que no exentará del pago de impuestos, esa que genera las PyMES y las pequeñas empresas, esas que generan simplemente el 97% del empleo del país.
Su retórica incriminadora, esa que culpa de todo al pasado y hace responsable de todo a los gobiernos que le precedieron, es su letanía.
Responsabilizar al pasado del colapso del Sistema de Salud –cuando su gobierno echo a la calle a más de 10 mil especialistas, al arranque de su administración- a los anteriores Gobiernos neoliberales, es la evidencia de que su afán y misión es continuar cultivando el odio y la venganza en una nación que grita urgentemente acciones y respuestas inmediatas de su gobierno.
Del como habrán de generarse los dos millones de empleos, de eso nada dice y menos explica, obvio, como va a dar la receta, si él es una especie de cuasi deidad, que con una sola palabra suya bastará para sanar a México.
Así es como comparativamente podemos decir que mientras en El Salvador emerge un gigante de la política mundial, que lo convierte a los ojos del mundo en un gran estadista, mientras en México seguiremos teniendo un enano estadista por presidente.
Sextante.
Movido anda el presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso de Veracruz, Juan Javier Gómez Cazarín esperanzado en conseguir que los partidos políticos se desprendan de su prerrogativa para hacer frente a la pandemia del Covid-19.
La intención es buena, aunque la exigencia debería empezar por solicitarle a su presidente López Obrador y al gobernador García Jiménez por ejecutar acciones más eficaces y concretas para apoyar a los mexicanos.
Creemos que, aun sumando las voluntades económicas de los partidos políticos de oposición, el tema sería insuficiente para salir de la severa crisis que enfrentar y enfrentará México y Veracruz.
La oportunidad está en la cancha de Morena y la están dejando ir.
Al tiempo.
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