Fue hasta ayer que se dio a conocer esta barbaridad, que los veracruzanos se enteraron de la existencia de una dependencia federal encargada de combatir al secuestro a la que le gusta hacer bromas estúpidas.
La víspera, López Obrador ordenó a los criminales que en lugar de repartir despensas dejen de matar gente. ¡Bájenle! les dijo. Y en contestación los malos mataron a diez personas en Baja California, entre ellas a tres mujeres.
Los delincuentes de Veracruz también pusieron su parte. Este miércoles ejecutaron a una persona en Minatitlán, a otra en Tierra Blanca y a una mujer en Coatepec. Además, secuestraron a un comerciante en Ciudad Isla.
Y se siguen dando vuelo. Por varias semanas el promedio de asesinatos violentos en México se mantuvo en el escandaloso número de ochenta al día. Pero el domingo se registraron 105 y el lunes 114, lo que no sucedió ni en los peores tiempos de Calderón o Peña Nieto.
Pero el presidente asegura que vamos bien.
Los diez puntos que dio a conocer para enfrentar la crisis económica son muy parecidos al Sudoku. Por una parte dice que no será despedido ningún trabajador, pero por otra anuncia la desaparición de diez subsecretarías, aunque afirmó que se garantizará el empleo con el mismo rango y los mismos ingresos a quienes dejarán dichos cargos. Si esto es verdad ¿para qué carambas los mueve?
Por un lado dice que no habrá incremento de personal y por otro anuncia la creación de 2 millones de empleos. Esto lo quiero ver. Ni Estados Unidos ha creado esa cantidad en ocho meses.
Por un lado le tumba el 25 por ciento de su sueldo y el aguinaldo a su plana mayor, de Subdirectores a Secretarios. Y por otro anuncia que siguen en pie el Tren Maya, Santa Lucía, Dos Bocas y además el Tren México-Toluca, el Tren de Guadalajara, el desarrollo del Istmo de Tehuantepec, la terminación de presas y canales y el parque ecológico de Texcoco.
No le alcanzará ni para una tercera parte y él lo sabe, como lo saben los habitantes de este país.
“Vamos a demostrar (imagino que al mundo) que hay otra forma de enfrentar la crisis sanitaria, la crisis económica, o de cualquier índole, cualquier tipo de crisis, siempre y cuando no se permita la corrupción, se fortalezcan valores y principios como el del humanismo y se gobierne para y con el pueblo”, apuntó el Presidente.
Su intención es buena; el problema es que su programa se centra en el combate a la corrupción basado en su ideología setentera aderezada con jaculatorias religiosas y no en la fuerza de la Ley. Un ejemplo de corrupción lo da él mismo cuando amenaza a los delincuentes con acusarlos con sus mamás y se abstiene de perseguirlos y combatirlos. ¿Resultado? Ya se adueñaron del país.
Si piensa que la corrupción se circunscribe al mero acto de robar o desviar fondos públicos, entonces se quedará solo porque en ese sentido el único honesto de su gobierno es él. Salvo las excepciones de rigor, todos en Morena son tan corruptos como los que los antecedieron porque le han metido la mano al cajón de manera inmisericorde. Basta con que se asome a las cuentas bancarias de sus achichincles en Veracruz para que lo compruebe.
Si la mancha roja del coronavirus cubre parcialmente el territorio nacional y la mancha de la violencia ya lo cubrió, la mancha de la corrupción que tiene siglos que las antecedió y no se irá por decreto.
Ojalá lo entienda Andrés Manuel; hay manchas que tardan centurias en deslavarse, no en quitarse del todo. Una de ellas es la corrupción que no se irá de este país así nomás como así, por muy totalitario y terco que sea el señor Presidente.
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