Llama la atención que la polarización se fragua de forma decidida, las demandas de dignidad y las políticas de resentimiento desquebrajan el cuerpo del Estado mexicano en plena crisis pandémica.
Nuestro conflicto con el pasado parece que nubla el accionar que nos permita llevarnos hacia adelante.
Si bien, comprender la historia es prepararse para comprender el mundo. Ningún pueblo podría sobrevivir sin memoria. Y la historia es la memoria de los pueblos. Pero es importante resaltar qué tipo de historia se cuenta, la del flagelo o la del triunfo y la unión.
Una sociedad apática que estalla frente a la desidia gubernamental no necesariamente está politizada, simplemente está harta y explota al no encontrar un camino político para promover sus intereses o reorientar los negocios públicos y la política.
Se necesita mucho trabajo y esfuerzo plural, diverso y transversal a los intereses partidarios. Hay que defender a la política, a las instituciones y conciliar verdaderamente al Gobierno con la sociedad.
Hoy los datos socioeconómicos, bosquejan el perfil de una sociedad que galopa hacia una mayor precarización. El Estado mexicano social del siglo XXI sigue siendo una incógnita.
La contracción del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) en términos anuales durante abril 2020 (-19.7% a/a) superó las caídas previas en la serie, incluso la previa variación mínima de octubre 1995 (-10.3%). después de haber iniciado una tendencia decreciente durante el segundo semestre de 2019, en abril 2020, mes de confinamiento por la emergencia sanitaria, las actividades terciarias se colapsaron (-)14.4% m/m y (-)16.1%.
Medir ayuda a optimizar la toma de decisiones ya que así pueden corregir los errores y establecer cuáles son las mejores prácticas para mantener el movimiento en marcha.
Pero hoy parece que estamos reacios a aceptar dicha afirmación. Uno de los problemas esenciales para confeccionar el futuro de cualquier sociedad consiste en la renovación de sus élites.
La élite actual se caracteriza en el grueso de sus manifestaciones (invito a dar seguimiento a las expresiones en medios comunicación) por su pobreza conceptual e intelectual, sumada a la debilidad valorativa llena de lugares comunes que no engrandecen a la patria.
La anhelada renovación de las pasadas y nuevas élites debe ser un esfuerzo concertado y manejado con una gran conciencia de construcción de futuro.
México no podrá mejorar su estructura social y económica ni talar los males básicos, sino no suma a los mejores a sus cuadros dirigentes, principalmente a gente capacitada y competente para pensar en el futuro con una orientación responsable y comprometida con la sociedad.
Lo cierto es que la actual atmósfera de conflicto permanente por parte de los sectores que habrían de sumar esfuerzos, da una imagen de falta consenso o incapacidad de liderazgo, porque no es lo mismo arrastrar y unir a ser obedecido por coacción de dominación por nombramiento. Entonces hoy se genera la impresión de que hay debilidad gubernamental que impacta en al consenso, y ni decirlo al bienestar de la gente que es lo más importante.
Sentirse vivos como pueblo es mirar si es que existe correspondencia entre lo que se dice y hace desde el aparato gubernamental. |