A menos que Morena vaya en alianza con el PRI y lancen a un candidato a la presidencia municipal con el perfil de Américo Zúñiga Martínez o de Ricardo Ahued Bardahuil, conseguirá la 4T mantenerse en el poder en la capital del estado, de otra manera, el camino está debidamente abonado para que un aspirante de cualquier otro partido gane fácilmente la alcaldía más importante de Veracruz por ser la sede de los poderes del estado.
Esto lo saben muy bien los dirigentes de otros partidos como el PAN, el PRD, Movimiento Ciudadano o los de los cuatro nuevos institutos políticos que acaba de aprobar el OPLE para su participación en la próxima contienda electoral.
Hace cuatro años, el profesor Hipólito Rodríguez Herrero, originario de la CDMX con licenciatura en Economía de la UNAM; estudios de Maestría en la Universidad de Toulouse Le Mirail, Francia en el Programa de Estudios Latinoamericanos con especialidad en Historia Urbana; quien también realizó su Doctorado en Ciencias Sociales, con especialidad en Antropología Social, y de 1980 en adelante se desempeñó como profesor de tiempo completo en la Facultad de Sociología de la Universidad Veracruzana, no imaginaba que sería alcalde de Xalapa, posición que había buscado en una ocasión con la bandera de uno de esos partiditos satélites al que llevó noveno lugar, lo que lo desilusionó para volver a participar en política, y jamás imaginó que esa pirueta se haría realidad.
Fue su amigo de aventuras Manuel Huerta, quien lo convenció para que participara por Morena en la elección y con el cuento de tener un diagnóstico preciso del movimiento social de Xalapa, el cual había venido armando desde 1980, es que comenzó a promoverse sin la mínima esperanza de ganar. En una entrevista que le hicimos un grupo de periodistas, Hipólito confesó su escepticismo hacia Morena y sus postulados así como su nula esperanza de ganar, sin embargo, se le preguntó: ¿y si gana, qué haría por Xalapa?... Tras un momento de reflexión, por no tener contemplada la pregunta, dijo que se avocaría a mejorar las condiciones de vida de los habitantes de lo que conocemos como cinturones de miseria, de la gente que carecía de todo: “esa será mi prioridad”, lazó como bandera de campaña: primero los pobres.
Ganó la elección y el académico “Fifi” se enfrentó a una realidad que no conocía ni imaginaba, la de la praxis política, porque una cosa es la academia, los conocimientos adquiridos de la teoría literaria y otra, muy, pero muy distinta, es la canija realidad, esa sí que está cabrona: enfrentarse a los intereses de diez sindicatos; a los de los trabajadores de la limpia pública, que son algo especial; a los del área del servicio de agua potable y saneamiento; a los de los grupos externos que tienen en su poder, desde hace años, los espacios públicos y no están dispuestos a entregarlos porque los consideran logros de la lucha social; a los de los empleados que manejan los “negocios” de las concesiones de obras; a los de los líderes de los comerciantes informales y a los de… cuanta madre, eso sí es otro asunto.
Hipólito Rodríguez Herrero, que además cometió el error de rodearse de compañeros de la UV que cobran allá y cobran acá, como si los hubiera invitado solo a un festín, pronto se dio cuenta que no estaba hecho para gobernar un municipio y tiró la toalla, comenzó a sumar a su equipo a cuanto recomendado le llegaba de su Alma Mater, la que lo ha mantenido tanto tiempo a cambio de nada, y tiró por la borda la responsabilidad de gobernar y hacer progresar a un municipio tan importante como lo es Xalapa, por eso está en las condiciones en que está; con manifestaciones de violencia (ejecuciones, robos, extorsiones, secuestros) por todas las colonias; sucio porque los trabajadores de la limpia pública son mucho más cabrones que él; con el doble de comerciantes informales establecidos; con una sola obra pública que resultó ser una porquería, la pavimentación de la avenida Ignacio Allende, y con problemas que ya no quiere resolver por incapacidad para hacerlo por lo que los xalapeños no quieren saber nada de otro egresado de Morena, para el próximo gobierno. Está cañón.
AMLO ya no es el honesto
Lo dice Sofía Ramírez Aguilar, de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI): el discurso de AMLO ha influido en la opinión pública para señalar a gobiernos anteriores como principal causa de la corrupción. Pero de 2019 a 2020, la percepción del Presidente como honesto ha bajado 10 por ciento. El discurso del presidente tiene un gran impacto pero con alcances limitados: a pesar de repetir una y otra vez que su gobierno ya no tolera la corrupción como los gobiernos del pasado, su imagen como hombre honesto se ha deteriorado en los últimos dos años. Sin embargo, la narrativa presidencial ha cambiado la percepción de la gente respecto a las causas de la corrupción.
Diversas casas encuestadoras (Becerra, 2020) han publicado que la aprobación presidencial cayó cerca de 20 puntos entre febrero de 2019 y febrero de 2020 (Moreno, 2020). A partir de los datos, una hipótesis ha sido que es producto de los malos resultados en materia de seguridad y de economía. Sin embargo, una pobre gestión anticorrupción también puede tener efectos político-electorales: así le sucedió al entonces presidente Peña Nieto en la elección de 2018, y así puede sucederle a este gobierno en la elección federal intermedia en 2021 (Ramírez, 2019). Los resultados de la encuesta realizada en 2020 por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) y Reforma señalan que el presidente López Obrador ha ido perdiendo su imagen de hombre honesto y que la percepción de personaje corrupto ha ganado terreno en la opinión pública. Entre 2019 y 2020 su reconocimiento de honestidad cayó 22%; en marzo de 2020, la mitad de los mexicanos consideraba que el presidente era honesto cuando un año antes esta cifra alcanzaba 64%.
Más grave aún es que entre 2019 y 2020 la percepción de que el presidente era corrupto incrementó en 73%; en 2019 dos de cada diez personas pensaban que lo era, mientras que en 2020 casi cuatro de cada diez personas lo consideran corrupto. Es decir, el impacto del discurso presidencial en los primeros 14 meses de gobierno de AMLO fue mayúsculo en este rubro, borrando casi por completo el mensaje del discurso sobre la corrupción que había perfilado la administración de Peña Nieto. Estos hallazgos coinciden con la opinión pública respecto a la necesidad de castigar la corrupción del pasado. Desde marzo de 2019, nueve de cada diez personas consideran que los actos de corrupción de sexenios anteriores deben castigarse, y ocho de cada diez consideran que el castigo ayudaría a reducir la corrupción.
En resumen, ante la frustración por la presencia de corrupción, el apoyo mayoritario de las personas a castigar a los presidentes anteriores refleja cuán fértil es el terreno para que mexicanas y mexicanos ya no responsabilicemos a los gobiernos anteriores por la corrupción del presente, que aparte de tener la propia es cómplice de tanto que nos pasó.
¿No que ya andaban detrás de los asesinos?
Hace unos días, el flamante y sui géneris secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, en su calidad de Fiscal en funciones, anunció con bombo y platillo: “ya estamos tras los autores materiales del crimen de la rectora de la Universidad Valladolid”; nosotros nos atrevimos a compartir una pista que ni pelaron. Luego, el secre de Seguridad Pública, Hugo Gutiérrez Maldonado, se aventó la puntada de afirmar que ya tenían localizados a los autores de los actos de vandalismo realizados en las principales calles de Xalapa y que estaban a punto de detenerlos… El paraíso de la justicia. Pero de ambos casos, nada, seguimos esperando que se animen.
Por eso, rectoras de universidades privadas y públicas de México exigieron a los tres órdenes de Gobierno poner un alto a la violencia que se ejerce contra las mujeres en todos los espacios públicos y evitar la banalización de los delitos como el feminicidio y la desaparición de mujeres.
A través de una carta enviada al presidente Andrés Manuel López Obrador, al Poder Legislativo, Poder Judicial, a los gobernadores de los estados así como presidentes municipales, se manifestaron tras el asesinato de la rectora de la Universidad y Colegio Valladolid, Guadalupe Martínez Aguilar, ocurrido la semana pasada en su vivienda, a un costado de la universidad en el municipio de Emiliano Zapata.
“Manifestamos nuestra indignación y agravio por la violencia contra las mujeres que no cesa, sino que aumentado a fin de establecer políticas que reviertan estos índices; recientemente el asesinato de Guadalupe Martínez Aguilar en su centro de trabajo en una institución educativa en el municipio de Emiliano Zapata visibilizó la vulnerabilidad de los espacios educativos, ¿qué garantías tenemos las mujeres hoy en México si no existe un lugar en el espacio cotidiano en donde estemos seguras?”, señalaron.
Cuestionaron cómo se puede hablar de que en México la “familia es fraterna” mientras las niñas y las mujeres viven violencia al interior de los hogares, atrapadas por el confinamiento y la cultura que naturaliza la violencia.
“Es escalofriante constatar que vivimos en tierra de nadie: dejamos que las cosas crecieran desde la década de los 90 en Ciudad Juárez asumiendo que estaba muy lejos y que eso sólo les pasaba las mujeres de ‘estratos humildes’, en una lógica enferma, discriminatoria, racista y clasista (…) exigimos a las autoridades correspondientes que de una vez por todas cumplan su obligación de garantizar la seguridad la igualdad y la paz que merecemos las mujeres mexicanas“.
REFLEXIÓN
¿Qué Renato Alarcón Guevara compró la candidatura a la alcaldía de Emiliano Zapata en 250 mil pesos?... La pregunta sería ¿a qué partido, al suyo, el PRI, pues ya valió porque esa ya está dada a los de Morena. Con tanta experiencia, según él, y tanta relación, también según él, y lo agarraron de bajada. Renato no es de ese municipio, tiene un rancho ahí con animales raros y una tortería, pero que le dé derecho a aspirar a ser alcalde del municipio, pues no. Escríbanos a mrossete@yahoo.com.mx | formatosiete@gmail.com |