1.- Por mi salud y la de los demás…
2.- Y por evitar una discusión con la Mujer por el descuido de no ponérmelo… ¡Qué tiempos ahora! ¡Vamos! No se ponía tan densa cuando años pasados, no me ponía “protección”... ¡qué tiempos aquellos!
Insisto… no sé si a usted le pase, pero a mí me cuesta identificar al vecino o la vecina que me lanza un saludo en la sana distancia y ya por un reflejo de educación que raya en el “para no quedar como pendejo”, alzo la mano con un “...nosdíasss”, “...nastardesss” o “nasnochesss…” mientras para mis adentros me quedo con “¿Quién rayos es?”
A veces aplico la de Pedro Navajas y puede que identifique a quien me saluda “con ese tumbao que tienen los guapos al caminar”; otras, a la Miguel Bosé, “por ese modo de andar… ese look chachachá”... y hay hasta la del General: “Tu la tienes toda por eso te ves buena / Digo corazón que tú te ves bien buena / Digo mi amor que tú te ves bien buena…”, pero por supuesto que ésa no la he aplicado… ¡ay, ajá!
Lo cierto es que hoy, hay una cantidad de cubrebocas de diferentes estilos, colores y texturas… una ocasión vi a una señora con su hija, ambas llevaban cubrebocas con estampados... el de la niña, era el de una princesa de Disney… el de la señora, la boca de un gato que se integraba a la perfección con su medio rostro… saludé con un “Buenos días” y dije a la señora: “¡Qué bonito cubrebocas!” y ambas me respondieron al unísono con un “¡Gracias!” que por el tono, estoy seguro que esbozaron una enorme sonrisa… la pude adivinar… estoy seguro que hasta la pude ver aun con el cubrebocas... seguí mi camino cuando a los pocos metros, la niña me lanzó un grito: “¡Señor! ¿Verdad que dijo que mi cubrebocas estaba bonito?”, y no tuve el corazón para desmentirla gritando que “¡Síiii!”
En una de las sesiones recientes del Instituto Veracruzano de Acceso a la Información, vi a la presidenta Naldy Rodríguez con algo que pudiera aliviar a mi ego su complejo con la identidad: ¡Un cubrebocas transparente! Voltee a ver los cubrebocas de casa (la Mujer tiene una “colección” por así decirlo) así como la careta que ocupamos para ir al mercado y me sentí como el niño que tiene todos los juguetes del mundo, pero no el que tiene el niño de enfrente… ese cubrebocas creo que podría dar sosiego a ese ego pendejo que tengo por recuperar mi identidad que hasta podría pasar por alto el que no pudiera identificar a mis vecinos con sus rudimentarios cubrebocas… por supuesto, la Mujer prioriza otras cosas… primero la salud, luego el ego… ¡claro! como que a ella le queda la canción del General, pero a uno, ni aunque le canten la Patita lo reconocen… “¡Se va meneando al caminar / como los barcos en altamaaar…”
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