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Salmo 88 ¡Súplica por la liberación de la muerte!
2020-08-04

Cántico. Salmo para los hijos de Coré.


Al músico principal, para cantar sobre Mahalat. Masquil de Hermán ezraíta.


Comentarle mi apreciado lector (a) que, la palabra Salmo es de origen griego y significa tocar un instrumento y al mismo tiempo cantar, aunque el pueblo hebreo le dio el significado de alabanza. Un Salmo es realmente un poema religioso cuya finalidad es venerar a Dios. 


En ese sentido, el autor y cantor del Salmo 88 de la Biblia, es Hermán “El ezraíta”, un hombre de gran habilidad para el servicio musical. Hermán tuvo varios hijos excepcionales y eficiente servicio al rey David.


De acuerdo con el título del Salmo. Hermán es un nombre judío que en hebreo significa Fiel. Uno de los tres levitas asignados por el rey David para ser ministros de música. Herman era nieto del Profeta Samuel quien pasó a convertirse en vidente del rey David, y tener 14 hijos y 3 hijas.


Existen muchas menciones de él en los tiempos de David y Salomón (Primer libro de Reyes y 1° y 2do. libros de Crónicas). Fue notable por dos detalles fundamentales, el primero es su sabiduría, y segundo, por ser un Coreita, es decir, un descendiente de Coré, el rebelde contemporáneo de Moisés. 


Por otra parte, los coreítas eran la casa paterna de los levitas qohatitas, y fueron descendientes de Coré a través de sus tres hijos: Asir, Elqaná y Abiasaf. (Éxodo 6:18, 21 y 24. Números 16:1-3).


Por tanto, el hermoso Salmo 88 que abarca de los versículos 1 al 18 dice así.


88 Oh Jehová, Dios de mi salvación,


Día y noche clamo delante de ti.


2 Llegue mi oración a tu presencia;


Inclina tu oído a mi clamor.


3 Porque mi alma está hastiada de males,


Y mi vida cercana al Seol.


4 Soy contado entre los que descienden al sepulcro;


Soy como hombre sin fuerza,


5 Abandonado entre los muertos,


Como los pasados a espada que yacen en el sepulcro,


De quienes no te acuerdas ya,


Y que fueron arrebatados de tu mano.


6 Me has puesto en el hoyo profundo,


En tinieblas, en lugares profundos.


7 Sobre mí reposa tu ira,


Y me has afligido con todas tus ondas. 


8 Has alejado de mí mis conocidos;


Me has puesto por abominación a ellos;


Encerrado estoy, y no puedo salir.


9 Mis ojos enfermaron a causa de mi aflicción;


Te he llamado, oh Jehová, cada día;


He extendido a ti mis manos.


10 ¿Manifestarás tus maravillas a los muertos?


¿Se levantarán los muertos para alabarte? 


11 ¿Será contada en el sepulcro tu misericordia,


O tu verdad en el Abadón?


12 ¿Serán reconocidas en las tinieblas tus maravillas,


Y tu justicia en la tierra del olvido?


13 Más yo a ti he clamado, oh Jehová,


Y de mañana mi oración se presentará delante de ti.


14 ¿Por qué, oh Jehová, desechas mi alma?


¿Por qué escondes de mí tu rostro?


15 Yo estoy afligido y menesteroso;


Desde la juventud he llevado tus terrores, he estado medroso.


16 Sobre mí han pasado tus iras,


Y me oprimen tus terrores.


17 Me han rodeado como aguas continuamente;


A una me han cercado.


18 Has alejado de mí al amigo y al compañero,


Y a mis conocidos has puesto en tinieblas.


Explicarle mí apreciado lector (a) que, el Salmo 88, nos recuerda la realidad del dolor y cómo una persona que es fiel a Dios, debe responder a él.


Podemos ser justos en Cristo y sufrir. Sería ingenuo decir que no existe tal cosa como el dolor, es una realidad que nos toca vivir a cada ser humano que pisa este suelo llamado tierra.


Por otra parte, Dios puede responder que no a nuestras oraciones por sanidad. No debemos olvidar que los creyentes podemos llegar a experimentar sufrimientos  grandes y profundos, enfermedades sin cura, y hasta la muerte llena de dolor; porque no somos ajenos a esta realidad, aún vivimos en este mundo, aún estamos sujetos a un cuerpo de muerte donde mora el pecado y que esto suceda, no es señal de perdición, sino de nuestra humanidad.


En medio de ese dolor podemos alabar y glorificar a Dios. El autor del Salmo 88  reconoce que es el mismo Dios, quien le ha determinado el sufrimiento para su vida y le pide que le de vida para alabarlo, que le de vida para hablar de su misericordia, de su fidelidad, para contar sus maravillas y su justicia.


Dios es soberano por sobre todas nuestras circunstancias. El salmista no menciona  a Satanás como autor de su dolor y sufrimiento, no le echa la culpa a una legión de demonios que lo atormentan, sino que reconoce que Dios está por encima de todos los acontecimientos de su vida y que es Él, quien ha permitido cada aflicción.


Dios no ha dejado de ser fiel, misericordioso y justo. Recordar constantemente la soberanía de Dios es un consuelo en los momentos  difíciles. Dios sigue sentado en su trono y no ha dejado de reinar. Él tiene sus ojos puestos en sus hijos y los rodea como su protector.


No olvidemos que todo el dolor que pueda vivir un cristiano en su vida, tiene un fin. Y no un fin desdichado sino un fin de gozo, pleno gozo como jamás hemos experimentado en este cuerpo mortal. 


Tenemos la esperanza viva de que aguardamos la venida de nuestro Señor Jesucristo, y estaremos con Él para siempre, disfrutando de Él, por la eternidad.


Que Dios cuide y bendiga a usted y los suyos hoy y siempre.


Correo Electrónico: dere.cancela@gmail.com


Facebook: Fernando Fabricio Cancela Márquez

 
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