Ya que lo hizo público mi hermano Luis Ortiz debo reconocer que fueron varias las personas que estuvieron muy al tanto de su salud en el trance de su enfermedad del coronavirus. En primer lugar, debo dar las gracias a toda mi familia, a mi madre y su amor absoluto, a mis hermanas por su inmensa fe, a mis sobrinos por su fortaleza y entusiasmo, a las esposas de mis sobrinos, a mis cuñadas. Toda la familia, así como quienes nos apoyan en Libertad bajo Palabra: David que estuvo muy al pendiente, Noé (quien además de ser chofer lo inyectaba). Gracias también al Dr. Guillermo Beck, a nuestro amigo Rafael Cluny, a mi paisano Carlos Ambrosio y a mi querida Diana Melgarejo; siempre cerca de mí. También estuvo muy al tanto mi amigo Jorge Viveros y particularmente Rodolfo Carrasco, quien fue un gran apoyo al momento de su hospitalización. Igualmente vaya nuestro agradecimiento al personal que labora en el hospital Luis F, Nachón, quienes se portaron siempre de manera muy profesional. Por supuesto, nuestro mayor agradecimiento es a Jehová, nuestro Dios, a quien todas las noches dirigimos nuestras oraciones para que sacara adelante a mi hermano; sin Jehová, sin las oraciones que toda la familia dirigió a Él, mi hermano no la hubiera contado. Fue Luis quien desde su experiencia contempló el verdadero el dolor, el sufrimiento y la tragedia personal de cada enfermo, de sus familias, así como la impotencia de sus médicos por no lograr sacarlos adelante. Luis llegó con 74 de oxigenación, con riesgo de ser intubado en cualquier momento, pero su actitud, sus ganas de vivir evitaron esa última medida drástica. Una experiencia de este tipo cambia nuestra forma de ver la vida, entendemos la necesidad que tenemos de nuestros seres queridos y la urgencia por acercarnos a Dios, quien es la fuente misma de la vida. Luis se está recuperando, no es tiempo de echar las campanas a vuelo porque la recuperación no será corta. Sin embargo, como para todo hay un tiempo en la tierra para los asuntos del hombre, este es el tiempo de ser agradecido.
13 de agosto, México llegará a los 500 mil contagiados y rebasará los 55 mil fallecidos; no quieren que se hable de esto, pero hicieron poco por evitarlo
13 de agosto de 2020, el día que México llegó a los 500 mil contagiados de coronavirus. El día miércoles 12 de agosto el registro señalaba 498 mil 380 contagios confirmados. Han sido poco más de cinco meses desde que se anunciara el primer contagio, allá en el mes de febrero, el día 28. Desde entonces el gobierno de la República, a través del vocero en la lucha por el coronavirus, ha anunciado en diversas ocasiones que nuestro país aplanaría en cualquier momento la curva de contagios. Pero eso no ha sucedido, aunque afortunadamente los contagios diarios en agosto han ido a la baja. Sin embargo, en los diferentes sondeos sobre el manejo de la pandemia por parte de las autoridades de Salud hay señalamientos de que se pudo haber realizado un mejor trabajo, se pudieron tomar medidas más a tiempo, más adecuadas. El reclamo de un gran sector de la sociedad es hacia la irresponsabilidad del presidente de la República quien en medio de la pandemia salía a invitar a las personas a que acudieran con la familia a los restaurantes, a que no se le tuviera miedo al coronavirus, a que se avanzara hacia la nueva normalidad, al no uso de los cubrebocas. ¿Cuántos contagios no se hubieran evitado, cuántas muertes si se hubiera tenido una actitud más responsable? Ahora se molestan porque todos los días se anuncia el número de muertos, pero ellos, como responsables, fueron los que en parte los han provocado.
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