Quizás podamos darnos la licencia de dejar a un lado el espíritu de “Esperancita”, pero el trabajo y el chaval, ¡casi imposible! Más cuando el 90 por ciento de las actividades son en inglés. Hay que estar pelando oreja para las indicaciones que dan los maestros y también de las respuestas orales que da el chavo. A ello agregue checar los textos que escribe y más cuando haciendo honor a su madre, le heredó la escritura: ¡tiene letra de Doctor!
Claro que hay momentos agradables… ¡como la hora del descanso entre clases y clase! Diez minutos de sosiego que se escurren como agua, o los 30 minutos de recreo… aunque las intervenciones de los chavales son geniales, como el de una niña que el primer día de clase, en su presentación, decía que tenía una pistola en su casa… el comentario nos puso en alerta discreta en la casa a la Mujer, abuela y a mí, pero cuando dijo que su padre y su madre igual contaban con una, ¡ya prendíamos la luz roja! Hasta recordé la anécdota que una maestra me contó cuando daban clases “normales”: en el patio escolar, se encontró una bala. La entregaron a la directora y ésta, con el proyectil en la mano, pasó salón por salón preguntando quién había perdido “esto”, hasta que una pequeña, con la inocencia en su cara alzó su manita y dijo que era suya; cuando le preguntaron dónde la había obtenido, respondió que de su casa, donde había muchas… sí, terrible, pero siguiendo con la peque de las clases a LADA, nos devolvió el alma cuando contó que jugando con su padre, éste la perseguía y esquivaba los dardos, y con picardía, presumió que ella una ocasión, le disparó a su padre, golpeándolo en sus partes sensibles…
O la del niño que a la pregunta de qué era lo que no le gustaba, con la sinceridad que caracteriza a los chavales, no tuvo empacho en decirle a la maestra, ¡que su clase no le gustaba!
Este día, un pequeño todavía advirtió a la profesora que quizás entraría tarde a la siguiente clase ¡porque le iban a hacer una entrevista! ¡Zas! Imaginamos que era en función de su regreso a clases… efectivamente, una vez que las actividades habían iniciado, anunció su regreso con “¡Ya me entrevistaron!”
Hubo una más… una niña que a la orden de poner a su mejor amigo, le dijo a la maestra que no sabía qué poner, “¿Por qué?”, la cuestionó la educadora: “Porque no tengo un Mejor Amigo!”, le respondió, mientras en casa sentíamos que el pecho se nos apretaba… o el de otro niño que ante la petición de la profesora de ocupar una hoja con un grabado, éste respondió: “Maestra, no puedo imprimir hasta las seis de la tarde que llega mi mamá!”... quisimos pensar que estuviera con su abuela y no entendiera la señora ni el chaval cómo rayos conectar una impresora.
También hemos escuchado la ausencia de alumnos que ya no volvieron para este ciclo escolar o como otra nena que anunció que como a su padre le acaban de ofrecer trabajo en otro estado, tendrá que dejar la escuela…
Bueno, eso es en la casa con Santi… Cecilia, quien empezaba sus clases 8:40, se dio tiempo casi dos horas, para atender dudas de padres, propias del uso de una nueva plataforma… el entusiasmo en sus alumnos se hizo patente; los de tercero de secundaria son personajes con chispa; ella ve más grandes a los de segundo y los de primero, siempre son una nueva aventura…
Dudas, respuestas, preguntas de aquí y de allá; alguna que otra llamada de atención, como cuando alguien acusó a un compañero de que estaba siendo apoyado por su padre en una tarea (dejó el micrófono abierto y se escuchó)... una maestra que le dice a Santi que lo ve muy cómodo en el sillón; el alumno que pide permiso para ir al baño… hablo pues, de comunicación, de visión, de diálogo (escalonado, pero hay diálogo), de inyectar al alumno ánimos por una tarea bien hecha o la petición de echarle más ganas… ¡vamos! ¡hasta la educación física se siente! (tiene otro nombre pero así lo identifico yo)...
No sé cómo haya sido la clase por TV, y estoy seguro que muchos maestros debieron y deben ingeniárselas para mantener contacto con sus alumnos. Una maestra me cuenta que hace una semana, le pasaron la lista de sus alumnos de primero y segundo de secundaria de una comunidad cercana a Coatepec; 18 jóvenes… tiene acceso a los teléfonos de los padres así como a sus correos electrónicos; además de las clases por TV, ella tiene una hora, a las 11 am, para comunicarse en grupos de Whatsapp, con los padres, por si hay dudas, indicaciones y tareas. Es cierto, de esos 18 jovencitos, uno no tiene acceso a la internet por ningún modo, por lo que está viendo la manera de resolver eso; otros dos, hoy no se reportaron… hay dos canales, 120 TV UNAM y 126 RTV, los cuales igual sigue. Las tareas se ubican en Classroom, plataforma de Google. ¡Vamos! Ella, como muchos mentores, lucha porque sus alumnos estén al día en sus estudios… es difícil, tanto de un lado como del otro, pero se trata de hacerlo posible.
Yo me di tiempo para ver algunas clases por televisión, como la de Matemáticas para Bachillerato en Imagen; o algo de Historia por RTV, que si bien, no dejan de ser interesantes, creo que les falta ese toque que sólo un maestro de salón puede dar al alumno… no sé cómo explicarlo, pero estoy seguro que cualquier profesor, educadora o maestra entiende lo que le digo…
Bueno, mientras, ya Santi hizo su tarea y yo puedo dejar de escuchar el bullicio de unos niños y su maestra que sin importar distancia, de un modo u otro, vuelven de manera virtual a ese sitio que es suyo, ese mundo donde está su amigo, su amiga, que genera lazos tan largos que toda la vida han de llevar, incluso, muy encima de esta pandemia.
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