A mi amigo Rafael Junquera lo conocí en el año 1998, cuando iniciaba el gobierno de Miguel Alemán. La primera reunión que tuvimos fue en casa de Raúl Hernández Viveros en donde también estuvo Roberto Williams, Esther Mandujano y Jesús Miguel Montes. Junquera regresaba a Veracruz como si de un exiliado se tratara. En esa ocasión nos habló de su vocación por la política, pero ante personas con vocación por las letras también nos habló de su trabajo literario. Recuerdo de esa tarde la lectura de un poema sobre una gota de agua, sus discusiones sobre la izquierda, las anécdotas del joven de los años setentas que llegaba a Veracruz después de haber estado en la cárcel de Lecumberri. Recuerdo la fuerza de su carácter y la defensa a ultranza de su verdad, si alguien defendía su verdad era precisamente Rafael Junquera. Durante más de diez años, cada sábado me reuní con Rafael Junquera en el desayuno de La Estancia, en la mesa redonda donde conversábamos con Roberto Williams, Fernando Morales, Miguel Ángel Cabrera Gordillo, Rafael Arias, Pepe Lima Cobos y Enrique Olivera. Fueron muchos años de enseñanza a su lado, muchos años de aprender a defender la verdad como él lo hacía, empezando por asegurarse de esa verdad. Rafael Junquera murió hace tres años. Padeció una enfermedad de los pulmones que se le prolongó, que lo tuvo mucho tiempo con cuidados. Si él todavía estuviera con nosotros, la tarde de este jueves nos hubiéramos reunido los amigos, con Charito su esposa y con sus hijos para comer la rica fabada que el mismo preparaba. Pero Rafael Junquera se ha ido y con él se fueron esos diálogos en defensa de su verdad, esos exhortos por ir al fondo del asunto, esas lecciones que me dejó un ser que supo hacer de la congruencia una carta de presentación.
La CNDH señala que alarma la ausencia de efectividad de las políticas para la atención de periodistas; sólo se dedican a llevar coronas
Ningún orden de gobierno, ni el federal ni el estatal y mucho menos el municipal, tiene políticas y mucho menos mecanismos efectivos para garantizar la seguridad de los periodistas o de los trabajadores de los medios de comunicación. Así lo señala la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en un comunicado donde lamenta el asesinato del periodista Julio Valdivia: “Por ello, este Organismo Nacional reitera su preocupación por la ausencia de acciones y estrategias coordinadas de las instancias de los tres órdenes de gobierno del Estado mexicano, tendentes a garantizar la vida, seguridad e integridad personal de las y los periodistas, pues dichas agresiones constituyen un obstáculo e inhiben el pleno ejercicio del derecho a la libertad de expresión en nuestro país”. En Veracruz existe una Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas, pero por muy buenas intenciones que tengan, no pueden garantizar, ni siquiera exhortar al gobierno para que respete el trabajo de los periodistas; al final su labor termina en llevar coronas de flores al velorio del periodista asesinado. Ante esa impotencia de la CEAPP, el mismo secretario de Gobierno abusa de las expresiones amenazantes, porque sabe que nadie, mucho menos el gobernador, lo van a poner en orden.
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Ironiza López-Gatell sobre la propuesta de manejo de pandemia de los exsecretarios de Salud; su ironía es una muestra de su bajeza, su vileza, su pequeñez
No tiene vergüenza Hugo López-Gatell. El tópico de este subsecretario de Salud fue equivocarse una, dos, tres, cuatro veces y así hasta sumar más de una docena de errores. No tiene manera de ocultarlo pues los pronósticos que daba un día, a las pocas semanas ya se habían convertido en errores. ¿Se los recordamos?: En mayo se llegará al pico de la pandemia; el uso de cubrebocas no es importante; llegaremos a 15 mil muertos, llegar a 60 mil sería una catástrofe; el presidente de México tiene una inmunidad moral; ya aplanamos la curva de la pandemia. Nunca entendió la pandemia del coronavirus como una emergencia de Salud, siempre la vio como un suceso político. Pues este sujeto, que habían anunciado fue elegido para formar parte de un comité de la Organización Mundial de la Salud, otra de sus mentiras, se atreve a ironizar cuando le preguntan sobre la propuesta de los exsecretarios de Salud Mercedes Juan, Salomón Chertorivski, Julio Frenk, Guillermo Soberón, José Narro, y José Ángel Córdova Villalobos, quienes dieron a conocer un documento en el que dicen que la pandemia del coronavirus se puede controlar en un periodo de 6 a 8 semanas. Gatell los llamó con ironía “ilustres”, habló de esa fórmula mágica que nadie en el mundo ha descubierto y después les pidió que patentaran esa fórmula. La ironía de Gatell ante una propuesta que significó trabajo e investigación por parte de estos científicos es una muestra de su bajeza, de su vileza, de su pequeñez.
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