En respuesta a la petición del distinguido y leído periodista Francisco Licona, en el sentido de expresar algunas reflexiones a la tercera carta enviada por el senador Dante Delgado al Presidente Andrés Manuel López Obrador,
me parece oportuno formular las siguientes consideraciones:
En realidad Dante Delgado está interpretando la incomprensible actividad que como gobernante realiza el titular del ejecutivo federal, al parecer alejada de la lógica política, provocando críticas severas de analistas políticos serios, académicos pensantes, líderes de organizaciones y público en general, quienes han expresado opiniones de que su actuar es más propio de un líder social que de un gobernante respetuoso de las instituciones en el Estado de Derecho que desean los mexicanos.
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Tiene razón el exgobernador de Veracruz en su carta, al sostener que no se puede gobernar un país a partir de lo acontecido en el pasado, ni del trabajo realizado en el ayer transitado por parte de quienes ejercieron el poder político, pues lo importante y trascendente está en lo que se vaya realizando en el presente para transformar la vida de los mexicanos, pensando en un mejor futuro para ellos.
También es un hecho cierto que no se puede gobernar un país recurriendo constantemente a consultas populares para las tareas de gobierno, prescindiendo del conocimiento, sabiduría y experiencia política y administrativa, que conducen a adoptar soluciones justas y adecuadas a los casos concretos que se enfrentan. Siempre debe de estar presente en el accionar público, el juramento que se hace al tomar posesión de un cargo, al comprometerse a respetar la Constitución de la República y las leyes que de ella emanan.
El Estado de Derecho requiere que las leyes se apliquen, sin necesidad de llevarlas a la consulta de las mayorías, una vez aprobadas por los órganos legislativos competentes, porque al proceder así se propician espectáculos circenses para satisfacer el deseo de venganza de numerosos sectores populares. Más que realizar acciones que debiliten al poder judicial, hay que encauzar políticas gubernamentales que fortalezcan y le den respetabilidad al máximo órgano de impartición de justicia.
De seguir por ese camino el trabajo administrativo de López Obrador, se irá encaminando por una pendiente accidentada y peligrosa, que conducirá al ejercicio de un poder cada vez más autocrático y absolutista, con el ejercicio de un poder sin límites, alejándolo gradualmente de sus simpatizantes, provocando fuertes críticas de sus connacionales y de gobiernos extranjeros, empezando por las autoridades del vecino país.
Lo malo de todo esto, es que él no parece saber escuchar el consejo y la asesoría de personas sensatas, colaboradores prudentes y comentaristas sinceros, lo que hace difícil la necesaria rectificación a su equivocada política, que no favorece las mejores soluciones para hacer avanzar al país en el futuro inmediato. |