Su cara es el reflejo vivo del fastidio y hartazgo combinados con la impotencia. “Estoy grabando este video después de una noche de mucho pensar; son apenas las cinco y media de la madrugada y quisiera preguntarles una cosa a los grandes directivos de la salud en México. ¿Cómo voy a manejar a los niños con cáncer?”
Dijo que cerraron los hospitales oncológicos de Poza Rica, Río Blanco, Coatzacoalcos. Y el Centro Estatal de Cancerología de Xalapa tiene una lista de espera de treinta pacientes. Él sigue recibiendo niños con cáncer y sigue haciendo “diagnósticos” (así con comillas), porque dio a entender que es lo único que hace.
Es decir, prescribe al enfermo y a partir de ahí se topa con pared porque no hay medicinas para tratar la enfermedad y eventualmente salvar la vida de los pequeños.
“Lo más grave de todo esto es que ahorita tengo a quince niños con leucemia de reciente diagnóstico. A todos se les ha hecho lo que se les ha tenido que hacer, pero no hay medicamentos base para el tratamiento de leucemia. Yo recibiré a todos los pacientes y haré mi mejor esfuerzo para darles el tratamiento. De las muertes de esos niños no me hago responsable. Estaré ahí con ellos, sostendré sus manos, les daré aliento a los papás. Yo no les voy a decir quién es el culpable”.
A las autoridades de salud les dijo: “Si saben hacer su trabajo háganlo, si no saben dejen que otros lo hagan. A partir del día de hoy (al parecer el video se grabó el 2 octubre) todos los papás de oncología pediátrica empezaremos a buscar recursos y empezaremos a buscar quimio y empezaremos a ver cómo sacar adelante la situación del niño con cáncer en el Hospital General de Veracruz.
“Llevamos más de seis meses pidiendo quimioterapia, y lo único que hemos recibido son oídos sordos, no de las autoridades del Hospital que se parten la madre para conseguir las quimios. Pero si Xalapa no suelta la lana, si la Federación no suelta la lana, no hay nada que podamos hacer… Perdón, hay muchas cosas que podremos hacer. Y vamos a empezar a trabajar para sacar dinero.
“Por cierto, si me buscan y si pretenden hacerme algo, estoy en el segundo piso del Hospital General Regional de Veracruz… Sigo diciendo, no es un honor morir por Obrador. Y no es un honor morir a causa de López Obrador”.
El oncólogo le pidió al presidente que lo piense bien, que lo medite bien, pues mientras destina millones de pesos a los ninis y en proyectos que no tienen futuro, hay muchísimos niños con cáncer y otras patologías que fallecen sin remedio. “Un niño con cáncer tiene futuro, un niño con cáncer se puede curar”.
Pero qué carambas le va a importar al presidente un niño con cáncer cuando los niños no votan. En tiempos de los gobiernos conservadores, cuando había medicamentos en los hospitales, en promedio había una muerte cada tres semanas de un niño con cáncer. Y te estoy hablando de un cáncer terminal, lector, porque lo que le sobraba al niño eran atención y medicinas. En la actualidad mueren en promedio dos pequeños pacientes cada semana porque no hay medicamentos.
El día 1 de octubre dije que de acuerdo con la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer, del 11 de diciembre del 2019 al 3 de septiembre del 2020 han fallecido 1,608 niños con cáncer. Pero no por falta de atención, sino por falta de medicamentos que imperdonablemente el gobierno les sigue negando.
La empresaria Patricia Armendáriz, gran amiga de López Obrador, subió a sus redes un video donde niños con cáncer piden ayuda para sus tratamientos con el siguiente mensaje: “Señor Presidente @Lopezobrador_ estas evidencias merecen una respuesta decidida de su parte”. La nota con el video y el texto de la empresaria tiene tres días en el portal de El Universal sin la contestación del presidente o de al menos uno de sus achichincles.
De despedida el especialista veracruzano dejó este mensaje: “El niño con cáncer tiene derecho a la vida. Si no lo quiere ver ni López (Obrador); ni Lopitos (Hugo López-Gatell); ni Ramos Alor (Secretario estatal de Salud); ni Cuitláhuac (gobernador de Veracruz) no es mi problema. Mi problema es que yo le doy la cara a los pacientes, yo soy el responsable de los pacientes y yo los veo morir. Si ustedes no quieren hacer nada quítense de en medio, que suficiente daño han hecho”.
Médicos como el oncólogo pediatra Sergio Miguel Gómez Dorantes, debe haber miles en el país; todos dolidos, frustrados e impotentes ante la falta de humanidad de un presidente sectario, intolerante e indolente, al que le preocupa más que su partido siga en el poder, que la vida de los niños de este país.
Quizá el consuelo para los padres y médicos de estos menores, es que Andrés Manuel y su palomilla tendrán que responder ante la justicia y ante el pueblo que dicen defender, por la muerte de estas criaturas que también y muy a pesar de ellos, son parte del pueblo que los llevó al poder.
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