La política en tacones.
Pilar Ramírez.
 

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La familia
2016-09-07

¿A qué familia defenderá el Frente Nacional por la Familia? ¿A la familia ideal, es decir, esa que sólo existe en la mente de las personas y que está representada en su logotipo? Un papá, una mamá, dos hijos varones y una hija.


            Puede ser que existan esas familias ideales, pero la mayoría de las que conozco, muy reales, son de otro tipo. Está la familia “estable” sustentada por un matrimonio de larga duración, cuya permanencia responde a que hay una mujer que sufre y tolera infidelidades, agresiones y malos tratos “por la familia”, con hijos que viven la atmósfera asfixiante de un hogar en el que fueron desterrados hace mucho el respeto y la armonía. ¿Ustedes piensan que son familias que han admitido el acuerdo de cerrar los ojos ante los vergonzosos engaños y violencia soterrada porque se trata de personas mayores a las que eso les inculcaron unos padres tradicionales y rígidos? Para nada, conozco matrimonios de treintañeros que viven en privado engaños, infidelidades y hartazgos pero suben hermosas fotos de la “familia feliz” a Facebook.


            También están los matrimonios que ya aprendieron la lección de realidad y si siguen juntos es simplemente porque se ignoran; cada uno hace su vida como puede y no tratan de fingir que son un matrimonio bien avenido, ni siquiera los domingos. Muchos de estos matrimonios continúan juntos porque la realidad es tan aplastante que saben que deshacer el vínculo matrimonial para formar dos hogares está lejos de las posibilidades económicas y es mejor juntar las miserias financieras, emocionales y morales para ir sobreviviendo. Los dos tipos anteriores estarían catalogados por INEGI en lo que llama “familia nuclear” que representa el 70% de las familias en México, pero el INEGI no tiene posibilidad alguna de investigar cuántas de ellas viven felices.


            Según la encuesta intercensal 2015 de INEGI, 29% de los hogares tienen una jefa de familia, es decir, que el soporte económico está a cargo de una mujer. Casi un tercio de los hogares se aleja del logotipo del Frente Nacional por la Familia. Esto debería ser suficiente para ampliar nuestros horizontes en la definición social y legal del concepto familia. Se trata de nueve millones 266 mil 211 hogares. Muchos de estos hogares con jefa de familia son el resultado del abandono del padre, antes o después del matrimonio. No faltan entre ellos una gran cantidad que se enfrentan a condiciones económicas sumamente difíciles, aunque también hay una cuota que aprendió a vivir con más tranquilidad cuando se deshizo de la violencia machista. Aunque también, felizmente, hay hogares que nacieron, por decisión, con jefa de familia.


            No es desdeñable el 11% de hogares que el INEGI llama no familiares, donde ninguno de los integrantes tiene parentesco con el jefe de familia. Se registra que de cada 100 de estos hogares, 93 están integrados por una sola persona y siete son corresidentes, es decir, que están formados por una o más personas sin parentesco alguno.


            En ese 11% están, por ahora, los hogares no reconocidos por la ley como familia, formado por dos hombres o dos mujeres; viven juntos porque quieren hacerlo, viven juntos porque decidieron defender su derecho a enamorarse de una persona diferente a la que les quiere dictar la familia tradicional y la iglesia. Es común que la necesidad de enfrentarse a rechazos y prejuicios haya afianzado más los lazos afectivos y también que esa presión social los haya llevado a la reflexión de que la familia no tiene porqué ser de un modelo único, a la conclusión de que tienen derecho a formar la familia que desean y a la determinación de que como ser humano y como ciudadano pueden elevar un reclamo legítimo para que la ley y el resto de la sociedad respeten su elección.


            La tipología no se agota ni con mucho en esta enumeración. El tejido social se ha vuelto más complejo y esa complejidad ha alcanzado a la familia. Una sociedad diferente a la de hace tres o cuatro siglos no puede estar basada exclusivamente en modelo de familia decimonónico, porque el concepto mismo de ese modelo ha sido puesto en cuestión y se ha modificado por la vía de la realidad.


            Es entonces una insensatez pretender que el modelo sigue inamovible y es todavía más grande el desatino suponer que es posible “defender a la familia”. Esa ya no existe, se fue hace mucho, aunque esta circunstancia tampoco cancele el derecho que se tiene de elegir una familia tradicional, pero no es la única.


            Es comprensible que una institución como la iglesia católica, que ha demostrado su lentitud para adaptarse a los cambios de la sociedad, rechace la realidad, pero no es admisible que lo haga la ley. Sin importar marchas o gritos trasnochados, la ley de matrimonio igualitario y el derecho de las parejas del mismo sexo a adoptar deben ser aceptados. Hoy, la única defensa de la familia es la que entiende que la familia cambió y es diversa.


ramirezmorales

 
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