Agenda Ciudadana.
Rebecca Arenas.
 

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Recuperación de confianza, la prioridad
2016-10-26

En los días que corren, podemos llegar a indigestarnos con el alud de malas noticias que aparecen en los medios, y peor aún, con la especulación desbordada de algunas columnas y noticieros proclives al amarillismo, que un día sí, y el otro también, contribuyen a agudizar el ánimo a la baja de los veracruzanos.


Nada peor para un tejido social profundamente dañado como el de Veracruz, que  seguirle echando leña al profundo sentimiento de agravio que está viviendo la población. Pero por otra parte, es preciso que la gente esté informada de cuanto ocurre en lo público, es su derecho inalienable. Un dilema irresoluble que está dejando graves secuelas, con las que habrá de lidiar el próximo gobierno.


El tejido social, del que mucho se habla y no todos entienden a cabalidad,  es un activo de los individuos y los grupos, que funciona como una intrincada serie de relaciones y de acciones entre individuos, familias, comunidades y entre éstos y las instituciones; todos estos actores e instancias retroalimentándose mutuamente al través de una compleja estructura de vasos comunicantes.


Un tejido social fuerte, conlleva una fuerte actitud solidaria en la comunidad, de pleno respeto a los derechos de todos sus miembros. Es el ambiente propicio para la creación de metas comunes y beneficiosas para las grandes mayorías de una comunidad, de una gran urbe, entidad federativa o incluso de una nación.


Por el contrario, un tejido social dañado, como el de Veracruz, se expresa en apatía y reticencia a participar; en pasividad derivada de sentimientos de indefensión, agobio y miedo por amenazas -reales o imaginarias- producidas por cambios de hábito en la vida diaria, cambios en las condiciones de seguridad, crisis económicas, sociales y de valores, que generan reacciones adversas a la cohesión social; que se traducen como miedo al "otro", a los “diferentes”, o como actitudes de mantenerse permanentemente a la defensiva.


Una causa del debilitamiento del tejido social en una sociedad, es la falta de comunicación entre pueblo y gobierno. Cuando el gobierno transita por un carril y la sociedad por otro carril, sin comunicarse, esto genera desconocimiento y desconfianza mutua, el caldo de cultivo idóneo para que sobrevengan problemas.       


En Veracruz la brecha entre pueblo y gobierno ha alcanzado niveles de crisis, está fracturado. Tras el nefasto desempeño de sus dos últimos gobiernos, caracterizados por el latrocinio, el saqueo y la corrupción a grados inimaginables, esta fractura conlleva enormes riesgos para todos, porque esta fractura no se va a recomponer con la llegada de buenos programas y buenas políticas públicas. Hay que atenderla y curarla en lo específico.


No hacerlo, equivaldría a pretender que alguien con la pierna fracturada participe en una carrera de obstáculos, porque se le proporciona un buen uniforme y unos excelentes zapatos deportivos. No va a poder competir!!! Primero habrá que soldar la fractura y llevar una adecuada rehabilitación.


Para estar en condiciones de participar y ganar la competencia por la entidad y por mejores expectativas para sus familias, la población veracruzana tiene que recuperar su capacidad de convivencia, de actuación colectiva, volver a confiar en el de “al lado”, en sus vecinos, en sus compañeros de trabajo y la escuela.


Hay varias formas. Una es capacitando a los líderes comunitarios (los verdaderos, no los de membrete cómplices de los sátrapas) para que desarrollen sus capacidades cognitivas, operativas y de actitud; para que reorienten su comportamiento, actitudes, saberes y competencias, y para que, ya capacitados, sean multiplicadores en su ámbito de acción, creando redes sociales hacia la participación y la colaboración colectiva, para que,  los beneficios de las políticas sociales se asuman como un bien comunitario a partir del cual, sea posible restablecer la confianza en el “otro”, sustentada esta confianza en la solidaridad, la reciprocidad y las relaciones sociales horizontales.


Capacitar para la convivencia, para recuperar la autoestima y la moral colectiva de la población veracruzana, será una tarea ineludible del nuevo gobierno, si no quiere caer en la ficción que construyen los colaboradores obsequiosos “Que bien lo está haciendo señor”.


Dos años de gobierno es poco tiempo, pero entre más tarde en atenderse este fundamental problema, más difícil y costosa será su recuperación.


 


rayarenas@gmail.com

 
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