La debacle electoral del PRI en las recientes elecciones 2021 traerá, más allá de la pérdida de poder, la inminente salida de su dirigente Alejandro ‘Alito’ Moreno Cárdenas quien desde el momento en que palomeó la lista de candidatos plurinominales cavó su propia tumba. 

Un listado de candidatos totalmente alejado de los grupos de fuerza que le quedaban al tricolor. Las plurinominales fueron entregadas a familiares, empleados y amigos, gente alejada de los intereses estatales y de la sociedad. Y si sumamos la declinación de candidatos que se convirtieron en un boomerang, la situación era ominosa. 

Hoy el panorama para el PRI es sombrío pues uno a uno fueron cayendo los gobiernos estatales que tenía y no pudo retener ninguno. El PRI dejó de ser gobierno en Campeche, Colima, Guerrero, San Luis Potosí, Sinaloa y  Sonora, y eso sin contar la pérdida de importantes municipios como Chilpancingo, Dolores Hidalgo, Monterrey, Tlaxcala y Huamantla. 

El perder es propio de cualquier partido, sin embargo, hoy se le reclama a ‘Alito’ que al tomar las riendas del otrora partidazo, no reconoció los errores por los que fue castigado en el 2018 y en lugar de ello dejó deambular por los pasillos del partido a los fantasmas de la corrupción, impuso candidaturas y, lo peor, que no le perdonarán haberse unido a sus peores enemigos políticos y cederles tanto terreno. 

No lo dude, si en el PRI hubiera autocrítica y dignidad, la cabeza de ‘Alito’ no debería tardar mucho en caer… y muy posiblemente se vaya solo, pues en los Estados –aunque perdieron- las estructuras locales saben que el mal les vino directamente desde el CEN del PRI.