“Patricia y Sole son dos mujeres que sufren el hecho de que sus parejas, ambos hombres, no quieran tener sexo nunca o casi nunca. Aunque sufrir solo es el verbo adecuado en el caso de Sole, de 27 años y con una relación de nueve a la espalda. Se ha acostado con su pareja tres veces en los últimos dos años y cree que la relación acabará por terminarse si las cosas no cambian”.
«Me duele pensarlo, pero es así. No solo porque a mí me apetezca muchas veces y a él nunca, sino porque acaba afectando a otras muchas cuestiones. Por ejemplo, yo no puedo hablar de ello con mis amigas. Las veces que lo he comentado, la respuesta siempre ha sido algo así como que, si no quiere, será que lo está buscando en otra parte. Y aunque confío en él... la desconfianza se siembra con esos rumores».
Hay tres puntos claves a considerar para entender todo este temazo del deseo sexual:
1) El deseo femenino está más condicionado por las hormonas que el masculino: «Las mujeres pasamos por un carrusel hormonal mensualmente, uno grandecito. La menopausia es la cereza del pastel para la feria hormonal. Así que no es de extrañar que en algunas mujeres el deseo suba y baje; es decir, que no sea tan constante como el de algunos hombres, pero esto no quiere decir que sea más bajo ad eternum».
2) El deseo sexual es algo vivo que ha de ser alimentado: «No es algo aislado que se tiene o no se tiene. El deseo ha de ser alimentado. ¿Cómo? Pensando en sexo y teniendo sexo. Durante generaciones se nos ha vendido que los hombres desean a todas horas, de manera que han visto licitado el hecho de pensar en sexo cuando les plazca. Esto ha generado una profecía autocumplida: "Nos han dicho que somos los que más deseamos y por tanto somos los que más pensamos en ello; como pensamos en ello mucho, somos los que más deseamos"».
3) Los seres humanos somos algo más que hormonas: «Hay quienes alegan que "todo esto es una cuestión puramente biológica", pero hay algo que debemos tener en cuenta: los seres humanos, afortunadamente, somos mucho más que mera biología; tenemos la razón, que nos ha hecho evolucionar más allá de los instintos. Es decir, el cuerpo predispone, pero la mente dispone. No somos presas de la hormona».
Lo importante en todo esto es poder entender a la pareja y entender que no siempre los dos tienen por qué estar en la misma sintonía sexual. Habrá veces que el hombre quiera y la mujer no y -curiosamente- habrá veces que el que no quiera es él.
(Si quieres ver más acerca del tema busca el artículo de Abril Camino en trendencias.com) |