La decisión del máximo jurado está tomada, nadie le da el beneficio de la duda a la pareja Duarte-Macías.
La ley tutela la presunción de inocencia pero eso hoy no importa; si tuvieran la oportunidad, miles humillarían a Duarte y a su esposa; y con gusto los amarrarían, golpearían, orinarían y escupirían sin mesura, aunque -incluso si los encuentran culpables- no esté bien.
Pero el escarnio se extiende y se borrarán los vestigios de la faraónica pareja.
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