No contestó llamadas, no respondió mensajes y dedicó su Twitter a criticar la relación Gobierno-Iglesia, la Seguridad en Xalapa y hasta el choque de la pipa con el tren en Aguascalientes. Se ocupó de todo, menos en esbozar que el chisme no era más que eso: un chisme.
En este mismo espacio le comentamos ayer que la posibilidad de que llegara al gobierno era sumamente descabellada.
Por cierto, el borregazo además de incómodo e insultante, resultaba inverosímil, algo fuera de lugar pues contravenía de grotesca manera la voluntad de los veracruzanos que quisieron ver al PRI fuera de Palacio, ya que implicaba cederle los bártulos del poder a Héctor y mermarle al gobernador el legítimo poder que le fue otorgado en las urnas.
En fin, que ni los de Cuitláhuac no pararon el borregazo porque no estaba en su cancha, ni Héctor tuvo intenciones de detenerlo.
Canillazos para los políticos, que salen a desmentir lo que quieren… sólo cuando les conviene. |