Esta mañana en los cafés políticos nadie se puso de acuerdo. En la capital de Veracruz las opiniones no están divididas... están recalcitrantemente polarizadas. Hoy o es blanco o es negro, no hay medias tintas.
Pero en lo que sí la mayoría parece estar de acuerdo es que los señores abogados veracruzanos, que debían emitir opiniones jurídicas y no políticas, andan en pañales en cuanto a quién tiene la razón en todo este zafarrancho de pasiones políticas por la que atraviesa hoy la seguridad y la justicia.
En la mesa, el refill de café no paraba, nadie quería comer, todos querían hablar. Se acusó a los medios de no ser imparciales, a los columnistas de coger partido. Unos crucificaron a Cuitláhuac, otros lo hicieron a Winckler, pero sin argumentos jurídico, todo al sentimiento. Análisis simples apegados a la doctrina maniqueísta, pero nada que lograra aclarar quién tiene la razón. ¿Quién se debe ir y quién quedar? Porque eso sí, hay coincidencia: ¡Alguien se tiene que ir!
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Así estuvieron esta mañana las charlas de café en la capital veracruzana. Sin embargo, quizá no se deba esperar mucho, la justicia en este país a pesar de lo que se diga, parece ser que sigue estando del lado de la política.
Los canillazos se los ganaron a pulso los abogados.
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