“¡Hasta atrás!”, titula hoy su artículo Guadalupe Loaeza en El Reforma; “El joven Álvarez Máynez y su campaña etílica”, titula su columna el periodista Salvador García Soto en El Universal; en el espacio titulado ‘Tiraditos’ del periódico ContraRéplica, Julio Hernández López en su “Astillero”, igual habla de Álvarez Máynez y el borrachazo y el acelerado deterioro del MC; Joaquín López Dóriga en su columna “En privado” que le publica Milenio, escribe en el segundo de los retales, ‘Borrachera. La embriaguez fosfo-fosfo del gobernador Samuel García y su candidato presidencial Álvarez Máynez’.
Pero la lista de opinadores es mucho más larga con el mismo tema. Opiniones y calificativos de lo más parecidos dependiendo de las habilidades que cada uno de ellos tiene en su prosa como talentos individuales, pero la intención es la misma, enterrar vivo al candidato presidencial Álvarez Máynez.
¿Realmente hay algo de qué espantarse con lo que pasó? La verdad es que no. Tener gobernantes borrachos en México ya no es novedad, la fama (justificada o no) de Felipe Calderón es una muestra de ello, y para no ir más lejos, los bares y antros nocturnos están de noche y de día repletos de jóvenes y no tan jóvenes tomando alcohol hasta por las orejas. ¡Vaya! En Veracruz esa misma fama también la tuvo Chirinos.
No se justifica su actuar, pero las cosas ya cambiaron y ahora las chelas y el alcohol son parte de la vida… y de la política ya ni se diga.
A propósito de esto, un amigo lector que, al comentarnos esta mañana del tema, nos dijo: ‘Se fueron los tiempos de la política de guantes de terciopelo, hoy impera la violencia verbal, patadas, piquetes de ojos y demás. Quien tenga la piel delgada y delicada que ni se meta a la política’.
Y, saben que, el lector tiene toda la razón. |