El problema no es que desde oscuros intereses se aprovechen de la tecnología y la moderna manera de comunicar y distribuir masivamente información falsa, sino en la falta de criterio de quienes sin al menos aplicar el sentido común la redistribuye.
Información como los de niños desaparecidos, cuyos lamentables hechos ocurrieron hace años y en otros países: la niña atormentada por sus padres; la curación maravillosa para la diabetes, el cáncer, la próstata y las advertencias del ‘léelo y compártelo’ porque los empresarios lo van a quitar”, etc.
Pero lo peor es la propagación falsa de datos que se le atribuyen al INEGI, a Hacienda, a la Fiscalía, incluso a personajes activos en la política, que invitan a participar con ellos en grandes negocios. La famosa ‘Información de última hora’.
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