Resulta un tanto vergonzosa la manera en la que tendrá que irse de la Universidad Veracruzana el actual rector Martín, peor cuando se han puesto al escrutinio público las trampas legaloides con las que ha pretendido conservar el poder en la UV por un periodo más.
¿Valdrá la pena perder tanto? ¿Valdrá la pena enlodar el prestigio de vida con el que llegó a ocupar la Rectoría? ¿Valdrá la pena quedarse así, pese al generalizado rechazo?
Sobre todo ahora que en el río revuelto salieron brincando del agua como salmones señalamientos de oscuras redes de lazos familiares y amistades que, supuestamente han influido -ya de dominio público- en el nombramiento de no pocos integrantes de la actual Junta de Gobierno de la UV, así como el otorgamiento de dobles plazas que han quedado entre los secretos que han sabido capitalizar en su momento líderes sindicales a su favor.
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