Dado el enorme superávit comercial con los Estados Unidos y el extraordinario déficit con el sudeste asiático -incluida la India-, resulta extraordinaria y consecuente la medida de economia política ahora en materia de aranceles mexicanos.
Gravar las importaciones debe ser parte de la política económica, instrumental, pero efectiva y eficaz, más allá de dogmas de pizarrón. Debe ser sintonizada para evitar efectos finales adversos y asegurar el financiamiento productivo para la inversión repagable.
Ojalá la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y la banca de desarrollo asuman una conducta activa, clara y oportuna. Pero también, que se bajen las tasas de interés activas, de préstamos, que en México son de renta.
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