Pero de un par de meses a la fecha las cosas han cambiado sustancialmente y pareciera que todo cambió después de los sucesos en el Norte del Estado, cuando se utilizaron términos que, aunque eran los precisos, pudieron ser manejados de otra forma.
Así, desde entonces a la fecha, cuando los reporteros con buenas o traviesas intenciones intentan sacarle información delicada de sucesos en proceso, la gobernadora envía los obuses a donde tienen que ir, ya sea la Fiscalía o la Secretaría de Seguridad Pública, principalmente, que son las dependencias que deben tener un estricto control en lo que se informa pues responden a veces a procesos legales.
Con lo anterior, la gobernadora ha ido delegando y eso es importante en la función pública, pues aunque el delegar no resta responsabilidad, sí delimita ámbitos de actuación.
Eso es lo que los sabios bebedores de café reflexionaban esta mañana. Pues aunque tal vez haya sido imperceptible para algunos, lo cierto es que en las últimas semanas la gobernadora ha tenido más oportunidad de transmitir su mensaje y no embromarse en temas en proceso.
Y es que el micrófono es traicionero, es un dulce apetitoso que difícilmente se puede soltar, pero que puede llegar a empalagar si no se suelta a tiempo.
Lecheros calientes y banderillas dulces para Rocío Nahle y su equipo, que con un adecuado control de riesgos y daños, han tenido unas últimas semanas menos complicadas. |