Para entender la influencia que tiene la calidad de vida en el contagio del Covid-19, expertos del departamento de genética de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) recurrieron a datos públicos de 50 países muy diferentes.
Consideraron indicadores como la superficie territorial, la población urbana y cruzaron estos datos con parámetros demográficos (tasa de nacimiento, esperanza de vida, población mayor de 65 años), estimadores económicos, gasto en educación y la cantidad de camas de hospital de emergencia y médicos por habitante.
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Desde que el brote de Covid-19 comenzó a circular por el planeta, se realizaron infinidad de estudios utilizando análisis de regresión -un proceso estadístico para estimar las relaciones entre variables- la mayoría de ellos centrados en los aspectos clínicos de la pandemia.
Pero hubo pocos que consideraron variables "alternativas" como la temperatura, la humedad, el clima, la calidad del aire, los factores socioeconómicos, la demografía. Todos elementos que influyen en la calidad de vida de las personas.
“Para este estudio utilizamos un análisis de regresión que considera el número de casos de Covid-19 y las muertes provocadas. A esto le sumamos indicadores generales (económicos, salud, ambiental) de los diferentes países, para analizar el poder predictivo de esas variables”, señala Eduardo Costas, catedrático de Genética en la Facultad de Veterinaria de la UCM.
Al desencadenarse la pandemia, lo que desconcertó a los investigadores es que, tanto en los países que disponían de un excelente sistema de salud, como aquellos que tenían uno deficiente, mostraron un comportamiento prácticamente idéntico: en todos se moría el mismo porcentaje de infectados.
“La falta de conocimiento es el principal problema que enfrentamos en la pandemia mundial de Covid-19. El SARS-CoV-2 es un nuevo virus del cual no hubo estudios previos. Muchos asumieron que se comportaría como el virus de la gripe?. Otros que lo haría de forma similar a otros coronavirus anteriores (SARS-CoV-1 o MERS). Pero, en realidad no había conocimientos suficientes para ensayar un método de prevención”, señalaron.
En medio de este panorama de incertidumbre, aquellos países que adoptaron estrategias preventivas controlando rigurosamente las fronteras y manteniendo, de una forma u otra, un riguroso aislamiento social, les fue muy bien, con independencia de su grado de desarrollo sanitario.
Hubo algunos países desarrollados como Taiwán o Nueva Zelanda, que primaron las medidas preventivas y acertaron. Otros, considerados ricos, como Suecia que, confiando en la eficacia de su sistema sanitario, relajaron la prevención, se equivocaron y recientemente, sus responsables lo reconocieron.
“Lo que se demuestra es que la prevención y no el tratamiento es la mejor manera de enfrentar el brote de Covid-19. Aquellos países que realizaron más pruebas para aislar a los contagiosos e imponer a sus ciudadanos políticas de confinamiento en las primeras etapas fueron, con mucho, los menos afectados”, señalan.
Hay también una serie de ejes que permiten predecir con exactitud las cifras de muertes y contagios por Covid-19: Entre ellas destacan las emisiones de CO2 y de óxido nitroso a la atmósfera.
“Decidimos verificar los indicadores ambientales como las emisiones de CO2, NO2 y metano, que pueden mostrar una influencia en la incidencia de la enfermedad. Sin embargo, esto no quiere decir que sean causa y efecto. Es decir, que haya más CO2 no significa que favorezca los contagios por SARS-CoV-2”, advierten.
Hay toda una batería de índices relacionados con la contaminación, como el consumo eléctrico, que también presentan una correlación significativa con el número de muertos por Covid-19, advierten los investigadores. Y con ellas ocurre lo mismo: solo son variables predictivas, no causa y efecto.
“Cuando estudiamos la población de 65 años o más en comparación con el número de muertes, no mostró correlación en marzo o abril, pero sí en mayo. Al incluir los efectos de la educación y la mediana de edad de los países sobre el brote de COVID-19, se descubrió que la calidad del sistema educativo de un país se asocia positivamente con el brote y que los países con una población de mayor edad están más afectados”, destacan.
El artículo fue publicado en Medrxiv bajo la categoría de preprint. Es decir, se trata de una investigación que no fue sometida a revisión, pero que será posteriormente enviada a una revista académica revisada por pares, para luego ser publicado formalmente como un trabajo académico.
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