Cuando se despedía, una mujer lo encaró, diciéndole al párroco que debería de dar gracias a Dios de estar ahí, porque de esa forma podrían enfrentarlo. “Yo soy la mamá de una de tus víctimas”, mientras algunas voces lo calificaban de traidor y violador.
Previamente, el religioso afirmó que al conocer las acusaciones en su contra, acudió a la autoridad encargada de la procuración de justicia para tratar esclarecer “la verdad de los hechos”, teniendo en cuenta que los señalamientos contra su persona lo pusieron en entredicho como clérigo al igual que a su ministerio.
Expuso que la autoridad encargada de procuración de justicia le negó en un principio el derecho a la intervención legal y a la aportación de pruebas para demostrar su inocencia; sin embargo, puntualizó fue declarado inocente de las acusaciones, afirmando que así lo declaró ante la autoridad ministerial, lo probó ante el juez de la causa y lo acreditó ante la Ley.
El viernes, 15 de julio, elementos de la Agencia Estatal de Investigaciones (AEI) ejecutaron la orden de aprehensión en su contra y fue ingresado al Centro de Internamiento Estatal número 6, del municipio de Miahuatlán de Porfirio Díaz, en la Sierra Sur, por el delito de violación equiparada.
La detención del párroco fue en cumplimiento al mandato judicial 274/2016 por el delito de violación, que libró el juez cuarto penal. Los hechos presuntamente habrían ocurrido en el curato de la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, ubicada en el corazón del centro histórico de la capital oaxaqueña, informó la Fiscalía General del estado.
Trascendió que la víctima ingresó a trabajar en la Catedral en 2015, fue contratado por Pérez Franco, entonces párroco del Sagrario Metropolitano, pero dejó el cargo a consecuencia del presunto ataque sexual.
Al respecto, el sacerdote recién liberado, dijo que guardaría en el secreto de su ministerio la infamia cometida contra su persona.
Destacó que ha perdonado sinceramente a “personas y personajes”, quienes dieron por cierto hechos nunca sucedidos, afectando su nombre, su familia, a la feligresía, al ministerio, al arzobispo y a la Arquidiócesis de Antequera-Oaxaca, pese a ser objeto de violaciones a sus derechos humanos, así como de enjuiciamiento, sentencia y linchamiento, a través de los medios de comunicación.
Ante la presión de la víctima y sus allegados, Pérez Méndez salió a toda prisa del lugar donde convocó a su conferencia de prensa.
Tomado de Excélsior |