La responsable de la Coordinación de Donación de la Cruz Roja Mexicana, Gabriela Monserrat Huitzil Juárez, estima que cada día fallece una persona en espera de tener un trasplante.
“La cifra es muy alarmante, muy grande, porque la situación es compleja para todos ellos, sobre todo porque en promedio pasan dos años en la lista.
“Nos ha tocado que llamamos a los pacientes para pedirles venir a revisión, a seguir con el protocolo, a hacerse nuevos laboratorios y actualizar la información, pero lamentablemente nos encontramos con situaciones donde nos comentan que (las personas) fallecieron. Es muy delicado y triste”, argumenta.
El número de defunciones es sólo relacionado con los candidatos dados de alta ante el Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra) que, de acuerdo con sus datos actualizados al 21 de agosto, suman 22 mil 535 y aún faltaría contabilizar a quienes mueren durante el proceso de protocolo de trasplante y aquellos sin diagnóstico.
Tan sólo de enfermedad renal crónica fallecen 13 mil personas cada año y el único tratamiento definitivo es el repuesto de un riñón, un órgano que encabeza la larga fila porque es requerido por 16 mil 300 personas en México.
Este escenario hace pronosticar que cada 10 minutos muere en México una persona por falta de un órgano, apunta la especialista, quien sostiene que a diario se engrosa más la base de datos del Cenatra.
“Cada día, probablemente, estamos inscribiendo a cinco personas más”, lo que llevaría a tener una hilera de más de 60 mil personas en busca de un potencial donador. “Son todas aquellas que lamentablemente no tienen acceso a los servicios de salud o a lo mejor tienen una enfermedad crónica”, apunta.
Pese a ese difícil panorama, Huitzil Juárez se muestra optimista desde su oficina de la Cruz Roja, localizado en la colonia Polanco de la Ciudad de México, y confía en que la moneda siga girando para cambiar la situación actual.
“En México hemos mejorado mucho en el tema, pero aún nos falta mucho camino por recorrer”, comenta en entrevista con Notimex. En 2012 -recuerda- las encuestas arrojaban que siete de cada 10 mexicanos estaban en contra de donar sus órganos. “Hoy se ha logrado revertir esa cifra”, sostiene.
Otro dato importante es que la tasa de donación era de 3.7 por cada millón de habitantes hace siete años y actualmente pasó a 4.5.
“Esto es alentador, sin embargo, estamos muy por debajo de las cifras que manejan otros países, como España que cuenta con una tasa de donación de 46.9”, acentúa.
AÚN RONDAN MUCHOS MITOS
Aunque muchos pacientes tienen lista la maleta y pasan largos ratos pegados al teléfono para tener buenas noticias, es posible que algunos nunca reciban la llamada para informales que se ha encontrado un órgano o tejido de un donante adecuado para ellos.
Las posibilidades de tener una segunda oportunidad de vida se reducen porque aún existen miedos, dudas, desinformación y mitos entre la población mexicana. El principal obstáculo es la familia, cuando el donante ha fallecido.
“El simple hecho de mencionar la muerte es un gran tabú y, por lo mismo, muchas familias no se plantean la oportunidad de donar órganos y esto hace más complicado la aceptación de la donación”, expone la especialista.
Cuando una persona muere hay muchas más posibilidades de tener una donación multiorgánica -corazón, pulmón, riñones, hueso, piel, corneas u otras partes del cuerpo-, pero desafortunadamente los familiares desconocen el deseo de su pariente y deciden no dar ese paso.
En otros casos se manifiesta que su religión se los impide, empero, es sólo una creencia porque la mayoría está a favor de esta labor altruista, remarca Huitzil Juárez.
Pero los temores van más allá. Algunas personas suelen argumentar que “los médicos poco se esforzarán por salvar la vida de quien aceptó ser donador”, “venderán sus órganos”, “soy muy joven o viejo para hacerlo”, “mi condición de salud me lo impide” y hasta decir que “los órganos nuevos transmiten malas vibras o sentimientos negativos a los receptores”.
Todo es falso, asegura la entrevistada, pues en México se cuenta con protocolos establecidos para hacer los procesos de donación conforme a ley y de manera trasparente. En nuestro país se tienen donadores desde los dos y hasta 80 años de edad y, aunque padezcan alguna enfermedad crónico-degenerativa, oncológica e incluso VIH, todos los candidatos son evaluados previamente.
Con las valoraciones médicas se descarta cualquier riesgo para quien recibirá el órgano o tejido, pues la intención es tener un trasplante exitoso y ofrecer una mejor calidad de vida para el receptor. “Si se pone en resigo se descarta la donación”, insiste.
LOS HÉROES
Para el personal médico “los héroes” son aquellas personas que deciden convertirse en potencial donante, ya sea en vida o muerte. Por ello, los cirujanos son muy cuidadosos en cerrar y cubrir las heridas provocadas por la cirugía, es decir, el cuerpo no se mutila ni desfigura.
“La familia puede sentirse tranquila de que recibirá el cuerpo del familiar en condiciones adecuadas, a fin de realizar cualquier ceremonia que acostumbren para despedirlo”, comenta.
Incluso, en ese proceso se involucran aspectos médicos, sociales, psicológicos, éticos y legales para evitar lo anterior y los hospitales autorizados por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) que, de acuerdo con el registro, son casi 700 a nivel nacional.
Una sola persona puede beneficiar hasta a 80 pacientes. Hoy existen unas 60 mil personas anotadas en la lista para darle vida a uno o varios semejantes, según el Registro de Donadores Voluntarios.
Y cuando un “héroe” salva una vida se le agradece con un minuto de aplausos al interior de la Cruz Roja Mexicana, al pasar por el pasillo de honor antes de entrar a la sala del quirófano. “Uno nunca sabe de qué lado se puede estar.
“Ahorita podemos estar del lado del donador, pero en un futuro podemos estar en la lista de espera”, expresa Huitzil Juárez, al añadir que es más probable que “una de cada cuatro personas requiera un trasplante que alguien de esas cuatro decida donar”. |