Y a menos que la PGR lo haya citado a declarar para lavarle la cara lo más pronto posible, este será un tema caliente en plena campaña presidencial. El problema es que lo ha citado ya pero como inputado, es decir como presunto.
En la víspera de ir a las urnas en el 2018, existen en la mente de los mexicanos demasiados casos de impunidad y corrupción que le serán restregados en la cara al PRI con toda seguridad.
Aunque le parezca demasiado rudo y atrevido, ha existido tanta impunidad y tanto olvido del gobierno ante el dolor del pueblo, que la gente identifica al PRI como sinónimo de corrupción e impunidad.
Al menos en Veracruz la gota derrama el vaso, quizá no por los exfuncionarios que han caído en la cárcel, sino por los que andan libres con factura de impunidad.
¿Cómo podrá sacudirse todo ese lastre el PRI si en cada momento, si en cada discurso de los priistas, la gente recuerda obligadamente los actos de impunidad y corrupción como el de la “Casita Blanca”, el de la “Casita de Malinalco”, el del Ferrocarril de la “CDMX a Querétaro”; los de la descarada corrupción de los ex gobernadores Duarte de Veracruz y de Chihuahua, así como los de Roberto Borge, Mario Villanueva en Quintana Roo y Tomás Yarrington en Tamaulipas?
Todo un rosario de corrupción con métodos institucionalizados.
Lastres demasiado pesados que se suman a la inseguridad pública, los trágicos hechos de Ayotzinapa y los miles de muertos y desaparecidos (entre ellos casi un centenar de periodistas), los miles de feminicidios, el crecimiento desmedido de pobres, la falta de empleos y la altísima concentración del ingreso en unas cuántas manos.
¡Si! Indudablemente Odebrecth será un lastre demasiado pesado para que el PRI y sus aliados en el 2018. |