Esta anécdota me hizo recordar la columna del periodista Ricardo Alemán que tituló “Facebook y Twitter militan con AMLO”. Allí menciona que según el director de Radar, Manuel Cossío, “existen miles de cuentas en Facebook que se meten a los comentarios de las notas críticas a López Obrador” para amenazar a los articulistas mediante denuncias masivas de spam o de acoso (de 100 a 200 cuentas de manera simultánea) hasta que Facebook baje las Fan Page”, y como ejemplo menciona que Facebook bajó de su plataforma la página www.letraroja.com ¿la razón? Cientos de usuarios llamaron a tirar la página por incluir artículos críticos a López Obrador.
¿Es una manera de censura con mensajes amenazantes cuando emites una opinión crítica ante el riesgo de que bloqueen tu cuenta o tu página? Quisiera pensar que no es así, pues tengo muchos amigos que militan en Morena que nunca se expresarían así. ¿Y entonces? Al analizar el estilo de los comentarios a mi columna, los perfiles de los comentaristas y las coincidentes palabras que se repiten, todo indica que ¡me atacaron los Pejebots!
II
El siguiente relato lo compartió la amiga de una amiga en Facebook y me confiesa que es real.
NO VOTARÉ POR Cuitláhuac García:
Hace varios años, vino a Xalapa López Obrador y mi esposo y yo fuimos a escucharlo a la plaza Lerdo. Fue un mitin verdaderamente abarrotado de gente, como si fuera un 15 de septiembre. Al final del mitin, muchos se fueron y cuando ya quedábamos unas 200 personas, Cuitláhuac subió a la tarima, tomó el micrófono y dijo, palabras más, palabras menos: “Este encuentro ha sido tan exitoso que los invito a todos a mi casa a festejar”. La gente empezó a gritar alegre y alguien le dijo: “somos muchos, ni nos conoces”; y él contestó: “no importa”, y acto seguido dio su dirección domiciliaria.
Le pedí, le rogué a mi esposo que fuéramos. Insistí mucho porque mi esposo no se tragaba el cuento de Cuitláhuac. Al final, mi marido aceptó diciéndome que iba pero solo en plan de acompañarme A MÍ, no a ver a nadie.
Cuando llegamos a la casa citada, tocamos y salió al portón un hombre moreno fornido, que nos preguntó que qué deseábamos. Le referí la invitación de Cuitláhuac y con cara de pocos amigos nos espetó un grosero “pasen”. En el garaje había otras dos parejas que estaban con caras como de asustadas y no hablaban entre ellas. Enseguida entró, casi detrás de nosotros, el referido Cuitláhuac, quien nos echó una rápida mirada a las 6 personas que estábamos ahí y se volteó a ver a esa especie de portero y en tono de áspero regaño le preguntó: “¡¿Y éstos quiénes son?!” El hombre le contestó: “Gente que dice que tú los invitaste en la plaza y les diste la dirección”. Enseguidita, Cuitláhuac le reviró peleando: “¡Pues se me van yendo ahorita mismo, AHORITA!” Y se metió a la casa.
Voltee a ver a los demás, que seguían con cara de susto. Miré a mi marido, que me clavó los ojos en la cara. Atiné a tomarlo, yo, del brazo y lo jalé a la calle. Ya afuera le dije: “Discúlpame por no haber creído en tu apreciación sobre Cuitláhuac, discúlpame, es un demagogo, un hipócrita”. Mi marido solo caminaba y caminaba, resoplando de coraje. Después de unas 5 cuadras, su respiración ya se había calmado y me dijo: “No pasa nada, más que a veces eres muy inocente, crees que todo mundo es noble. No olvidemos esto ¿sale?”.
Aclaro, los despistados que estábamos en ese garaje, no estábamos mal vestidos, ni apestosos. Ni yo ni las otras mujeres estábamos con minifaldas o escotes pronunciados (muy nuestra libertad hubiera sido que lleváramos algo así) como para que alguien dijera: “¡¿A qué viene esta gente!?” Para nada. Simplemente el tarado ese quiso hacerse el simpático frente al micrófono. Un demagogo en lo poco, lo será en lo mucho.
Hasta aquí el relato. Uno de los comentarios fue “Publícalo en Tepito Xalapeño… así se enterarán más”. De inmediato la persona que lo compartió dijo: “Si lo difundo más, van atacar mi face”
Nota: Esta columna será atacada también y dirán que chayoteé doble.
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