Hace un año lo que se percibía era una confrontación, una medición de fuerzas entre el gobernador Cuitláhuac García y el llamado “superdelegado” Manuel Huerta. Hoy no son los únicos que se pelean por las posiciones estratégicas. El secretario de Gobierno, Éric Cisneros ha ganado fama en el actual gobierno por su voracidad. Quiere todas las posiciones, todo lo que signifique acumular poder.
Fue en ese entorno que se dio la disputa por la conformación de la Mesa Directiva para el segundo período ordinario de sesiones. Si en algo habían alcanzado consenso los diputados de Morena, era en el convencimiento de que Jose Manuel Pozos ya no podía seguir en la Presidencia.
La duda era: Si no es él, ¿quién?
Las mujeres levantaron la mano. Al menos tres legisladoras se dijeron convencidas de que tenían la capacidad para ocuár la Presidencia del Congreso. Y tocaron las puertas adecuadas, y les dieron esperanzas y las mandaron a “buscar los consensos”.
No lo consiguieron, y ante la incertidumbre, Manuel Huerta lanzó su carta: Rubén Ríos Uribe, quien ocupará la Presidencia de la Mesa Directiva, en sustitución de Pozos Castro.
Diputado por Córdoba y abogado de profesión, Ríos Uribe llegó abanderado por el Partido Encuentro Social (PES) pero desde la primera sesión anunció su incorporación al grupo de Morena.
Fue Presidente de la Comisión Instructora, que tuvo a su cargo el desahogo de las solicitudes de juicio mpolítico en contra del hoy prófugo de la justicia Jorge Winckler Ortiz.
Esta la ganó Huerta, el Orfis fue para Éric Cisneros.
¿Y para el gobernador, qué?
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