En poco más de un mes, el quince de noviembre, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, rinde su segundo informe de gobierno. Por experiencia sabemos que la estancia en el poder es tan efímera que ni cuenta nos damos cuando ya terminó, estamos en la víspera del segundo año de gobierno morenista.
Tomas posesión de un cargo público y al día siguiente (obviamente en sentido figurado pero así se siente) ya estas entregando.
Los vientos de fronda que se hicieron sentir hacer unos meses, cuando los adversarios del grupo político del gobernante morenista comenzaron a filtrar versiones en el sentido de que al cumplir los dos años, el Presidente López Obrador llevaría a Cuitláhuac a un cargo dentro de su gabinete en el gobierno federal, para dar paso a un sustituto; esos vientos al parecer ya se despejaron, sobre todo en la ultima gira que realizó el Presidente por tierras veracruzanas volviendo a reconocer la honestidad y el trabajo que realiza Cuitláhuac a favor de los veracruzanos.
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No hay ninguna duda; AMLO le tiene aprecio, le prodiga un trato especial, y lo que se entiende es que Cuitláhuac García Jiménez es el gobernador que López Obrador quiere que tengamos los veracruzanos, el que le resulta más rentable para el proyecto de la 4T en uno de los estados (el tercero) donde se concentra la mayor votación del resto de las entidades del país. Más razones de peso…?
En esas condiciones hay que disponerse a presenciar, o a enterarnos, de un segundo informe sobre la situación que guardan las finanzas del estado y de la obra que en el 2020 realizó el gobierno, no con grandes expectativas por las siguientes razones: la enorme deuda que arrastra Veracruz, heredada por el presidiario Javier Duarte de Ochoa y el irresponsable Miguel Ángel Yunes Linares; los estragos en materia de salud y en la economía, que ha dejado la pandemia del Covid-19 y el proceso de aprendizaje, que no termina, del mayor número de servidores públicos que le impusieron al gobernador y que en nada le han ayudado.
Tal vez la memoria de cómo ha transcurrido la vida gubernamental en Veracruz los últimos sexenios, sirva para entender porqué estamos como estamos. El último gobernador que dejó dinero en caja para que su sucesor tuviera liquidez, fue el de don Patricio Chirinos Calero, quien dejó 2 mil 800 millones de pesos al gobierno de Miguel Alemán Velasco… Aquí hay que hacer una acotación: todos los gobiernos anteriores acostumbraban dejar en las arcas suficiente dinero para que el sucesor enfrentara, sin problemas financieros, los gastos de fin de año como son pago de aguinaldo y todas las prestaciones de ley a los maestros y la burocracia estatal; préstamos a municipios que por administrar mal no contaban con liquidez para pagar a sus empleados las prestaciones de fin de año y lana para arrancar en enero los proyectos que tuviera la nueva administración. Dinero nunca faltaba por lo que eso no era motivo de preocupación para los nuevos gobernantes.
Sin embargo Miguel Alemán Velasco rompió la regla, en vez de dejar dinero en las arcas fue el primero que heredó una deuda superior a los 3 mil 500 millones de pesos, a lo que se tuvo que enfrentar Fidel Herrera Beltrán con mucha habilidad y el apoyo del gobierno federal en manos del panista Vicente Fox Quesada, a quien El Tío “embrujó” desde el primer contacto que sostuvieron.
Pero el priista Fidel Herrera Beltrán, aumentó la herencia maldita de una deuda. Hay quienes calculan que la disparo arriba de los 40 mil millones de pesos, y eso lo tuvo que enfrentar Javier Duarte de Ochoa a través de su red de complicidades con defraudadores internacionales a los que conoció e hizo socios. Además Duarte tuvo el acierto (para beneficio de él) de invertir muchos millones de pesos, de los veracruzanos, en la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto, a quien luego, siendo Presidente en funciones, le pasó la factura. El de Duarte fue un sexenio de abundancia, usando el poder y disponiendo de los recursos públicos para su peculio, se fue bien cargado dejando al estado con una deuda que supera los ¡ochenta mil millones de pesos!.
Vino el panista Miguel Ángel Yunes Linares y usó todo el dinero de su partida presupuestal, de más de 100 mil millones de pesos por año (estuvo dos) para invertir en la campaña de su hijo Miguelito, a quien intentó dejar en el cargo, lo que no logró. El pasivo de la deuda que el recibió de Duarte, Yunes lo dejó igual a Cuitláhuac García. En esas condiciones qué se puede hacer. |
