Este jueves 21 de julio, en conocido restaurante de comida española en Briones, Coatepec, Veracruz, concurrieron alrededor de una mesa algo así como 300 años de experiencia política de la buena, 10 kilos de cerebro y 8 manos amigas que en sus momentos de mayor esplendor en la política y el servicio público supieron extenderlas para ayudar, impulsar, animar, asesorar y aconsejar a todo aquel que se les acercó.
El motivo de tan singular encuentro fue celebrar los 85 años de Dionisio Pérez Jácome ocurrido el pasado 17 de julio, y fue arropado por sus amigos Ignacio González Rebolledo, Amadeo Flores Espinosa y Francisco Mora Domínguez. Los cuatro disfrutaron alegres y en paz de aguas de frutas -por la pandemia tuvieron que prescindir de un buen tequila o un reposado coñac-, y de comer, robalo al ajillo y a la navarra, costilla de cerdo al horno, gambas y quesos manchego de oveja.
Los cuatro, gente de manos limpias, estudiosos y propositivos, hechos de la buena madera política que surgía con escasa frecuencia de los bosques, aguas y tierras veracruzanas.
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Qué buenos tiempos fueron esos Don Simón (diría el dicho popular). Lástima que las cosas buenas se la lleven los años. Ese grupo de pacíficos parroquianos, tranquilas y sonrientes cabecitas blancas o sin cabello, pasaron desapercibidas para los comensales jóvenes o poco interesados en la política, quienes los vieron dialogar con la natural tranquilidad del deber cumplido, de los amigos que agradecidos con la vida por haber dado todo en la plenitud sus vidas y tener la conciencia tranquila por prácticar sin medida esa pasión humana que se llama política.
Hablar de currículos sería imposible, pues con toda seguridad algo importante se omitiría y no alcanzaría el papel ni el espacio en este medio para enumerar el amplio palmarés de estos políticos. Baste decir que fueron todo o casi todo en la política estatal y nacional, siempre cumpliendo con sapiencia, sensibilidad y pasión.
@frlicona
(Columna “Figuras y figurones”) |