La inflación, el asesino silencioso del ingreso familiar, se cierne sobre los hogares mexicanos y cada día devora más y más el poder adquisitivo.
Será el próximo miércoles cuando se dé a conocer por parte del gobierno de AMLO cuál será el plan, pacto, acuerdo, o como le quiera llamar, encaminado a combatir la inflación y que en voz de AMLO estará encaminado a “garantizar precios justos en los productos básicos”.
Se ha descartado la utilización de una política de control de precios como en el siglo pasado, pero sí se habla de garantía de precios justos, lo que eso signifique para el gobierno y que considera como un “instrumento” diferente.
El maíz, el arroz, el frijol, la leche, y otros, serán parte de los productos que entrarán en el plan y en los que se buscará que haya un “precio justo” en todo el país.
El acuerdo, forzosamente para que tenga éxito y lograr lo que AMLO propone, deberá incluir a los grandes productores de México así como a los distribuidores y las tiendas departamentales. AMLO busca tener un “precio parejo de la canasta básica, que se pueda comprar al mismo precio en la CDMX o en Tijuana o en Valladolid o en Tapachula… estamos definiendo que sean 24 productos básicos para que la gente más humilde no padezca y que tenga garantizado lo básico a un precio justo”.
Y de entrada suena bien, aunque para muchos este plan es un eufemismo que hace recordar sin esfuerzo las políticas de Control de Precios del siglo pasado.
Sin embargo, no queda de otra más que esperar que funcione, pues los graneros del país están vacíos, la cadena productiva se fracturó por la pandemia y eso, junto con las presiones globales, nos tiene a todos mirando como espectadores inertes e indefensos, cómo cada día el salario alcanza para menos.
La disminución del gramaje, los subsidios a la gasolina, los incentivos fiscales, no han logrado frenar la imparable inflación en México.
Si no funciona el plan de AMLO, estaríamos entrando inexorablemente a una profunda crisis económica como no la ha visto toda una generación que no ha vivido en carne propia lo que es tener una inflación de dos dígitos.
El Gobierno no se puede sentar a ver pasar la procesión. Los murmullos y las voces que mascullan en los hogares, pronto, muy pronto, pueden convertirse en gritos y en el despertar de toda una generación dormida.
La inflación tiene a los millenials a punto de vivir la primera prueba financiera que moldearía con fuego a toda la generación cristal. La inflación podría llevarse sus sueños y sacarlos por primera vez del mundo virtual, a sufrir una crisis económica como las que a sus padres les tocó afrontar.
@AtticussLicona |