Lo anterior quiere decir que donde lloran está el muerto, es decir, pese a la queja popular de que los precios están por las nubes, el consumo familiar creció al inicio del año.
El dato del INEGI incluso es avalado por quienes de manera organizada ofertan los bienes, como la ANTAD, agrupación de comerciantes minoristas en el país, cuyo balance mensual indica un crecimiento bruto de sus ventas superior al 10% en enero pasado, lo que en términos reales significa un 2.2%.
Pero, además, el Monitor de Consumo publicado mensualmente por el BBVA sobre la base del comportamiento de las transacciones realizadas con sus tarjetas, indicó también un crecimiento del 3.8 por ciento.
Es decir, contra lo que se podía esperar que ante un aumento generalizado de precios el consumo o la demanda bajaría, ha sucedido todo lo contrario. Las cifras y resultados en el consumo familiar han sido contraintuitivos al sentir popular ya que su comportamiento fue contrario a lo que cualquiera se podía esperar.
Pero lo que el sentir popular polarizado no logra aceptar es que hay factores en la economía que explican el comportamiento antes descrito del consumo popular.
Por ejemplo, para que haya gasto tiene que haber ingresos que provienen de los siguientes factores:
- El aumento de la masa salarial real del 6.6% en el sector de empleos formales de la economía, que se calcula sumando los ingresos que reciben los trabajadores afiliados al IMSS. Notable es que este sector creció en el mes de enero por encima del 3.5 por ciento superior al mismo mes del año pasado.
- Además, según los datos oficiales, el salario promedio cotizado en el IMSS fue de 519.20 pesos por día, o sea un poco más de los 15 mil pesos al mes que significó un incremento del 11.2 por ciento respecto al mismo mes del 2022.
Lo anterior, sin contar las fuertes remesas de dólares que los migrantes mexicanos en los Estados Unidos y la fuerte inyección de efectivo que les ingresa a las familias por los programas sociales del gobierno federal y el crédito al consumo.
El tema es que si se compara la inflación oficial del 7.92 por ciento, y al deflacionar el salario, este alcanzó un aumento real del 3 por ciento.
Es decir, que al integrarse el flujo de ingresos a las familias se puede entender el crecimiento del consumo familiar aun en plena cuesta de enero.
Finalmente, no hay que olvidar que el aumento en el consumo familiar es uno de los principales factores que mueven y dinamizan la economía en su conjunto por lo que las declaraciones políticas que señalan el estancamiento y falta de crecimiento del Producto Interno Bruto de la economía en este 2023, podrían no corresponder a la realidad.
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