Juan Javier Gómez Cazarín no se quedó con las ganas de hacerle un reproche, en forma amistosa, pero reproche al fin, tanto al director de Radiotelevisión de Veracruz, Víctor Hugo Cisneros, como al conductor del programa “A 8 Columnas”, Ramsés Yunes, por el veto de que lo hicieron objeto en ese medio oficial.
Sucedió la noche del pasado miércoles cuando luego de tres años, durante los cuales estuvo prohibido mencionarlo o proyectar su imagen tanto en la radio como en la televisión oficial, reapareció de nuevo al aire en el programa nocturno que conduce Ramsés.
“Tenemos a un gran invitado”, anunció el conductor al abrir el programa. “Qué gusto verlo. Oiga, es usted muy frío, viene de un iglú o qué cosa”, dijo dirigiéndose al invitado. Tal vez se refería al hecho de que Juan Javier llevaba chamarra, pero hablar de frío era como mencionar la soga en la casa del ahorcado y decir que venía de un iglú bien se podría interpretar como que había salido de la casa de hielo.
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Siempre sonriendo, Gómez Cazarín respondió: “Pues después de tres años de que me vetaste tú y Víctor ya regresé”. No se quedó con las ganas de sacar de su ronco pecho, porque no es bodega, la condición a la que estuvo sometido, no obstante que encarna en este momento al Poder Legislativo de Veracruz en su calidad de líder de la bancada mayoritaria de Morena y de presidente de la Junta de Coordinación Política.
En realidad, se entiende, al aludir a Ramsés y a Víctor estaba diciendo te lo digo Juan para que lo entiendas Pedro, o sea, el reproche, aunque en otro nivel se entendería como un reclamo, estaba dirigido a quien dio la orden de vetarlo, el tristemente célebre exsecretario de Gobierno, Eric Cisneros, presunto tío de Víctor Hugo.
Lo sucedido, algo aparentemente menor, es otro ejemplo de la falta de autoridad que hubo (¿o hay todavía?) en el gobierno del estado donde cada quien hizo (¿o hace?) lo que quiso, pues Cisneros en forma abusiva se apropió de RTV y tomó en forma total el control, como si fuera de su propiedad, un medio privado, cuando se trata de un medio público, del Estado, es decir, de todos los veracruzanos que lo sostienen con el pago de sus impuestos.
Gómez Cazarín no fue la única víctima. Estaban vetados también alcaldes, figuras públicas del mismo gobierno de Morena y ya ni se diga las personas a quienes Cisneros consideraba sus enemigos, lo mismo porque no quisieran someterse a sus decisiones o porque fueran activos de la oposición. También ordenó tomar represalias contra trabajadores porque los relacionaba con quienes él consideraba enemigos, incluso ordenó el despido de varios de ellos. Por el contrario, lo tomó como un instrumento más para la promoción de su imagen personal en su sueño (¿o su locura?) de querer ser gobernador.
Obviamente, y considero que eso fue lo peor, si Cisneros actuó con libre albedrío fue simple y sencillamente porque se lo permitió el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, quien no tuvo el carácter ni la autoridad para frenar la arbitraria decisión de vetar en RTV a quien fuera, se tratara de quien se tratara así fuera el titular de otro poder, incluyendo a los de su gobierno o su partido, olvidándosele que es un canal del pueblo veracruzano, no de un funcionario de segundo nivel, además abusivo.
El “afrodescendiente” o, como también se autodenominaba, “Bola 8” ya no está y el veto cesó. Sin duda, que Gómez Cazarín haya reaparecido en la señal de RTV es testimonio de que la situación cambió y que podría venir, pronto, un cambio en la dirección del canal, para ponerlo bajo el control de la candidata de Morena a la gubernatura, Rocío Nahle, cuyo coordinador de actividades es precisamente Gómez Cazarín.
(DE LA COLUMNA "PROSA APRISA")
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