“Un día como hoy, 31 de enero de 1777, provenientes de todos los puntos de la rosa de los vientos, llegaron a la primera fiesta cientos de rancheros y visitantes que tenían que cabalgar desde el sitio más lejano o navegar por cualquier río; se estaba escribiendo, en ese preciso instante, el primer renglón de una historia excepcional de nuestras tradiciones seculares”.
La tarde no pudo ser mejor: una resolana tenue y la brisa fresca, proveniente del Río de las Mariposas, permitieron a los asistentes disfrutar del evento, engalanado por el resplandeciente vestido de jarocha y del son veracruzano.
Cámaras fotográficas, de video y un sinnúmero de bastones para autorretratos, sobresalían sostenidos con brazos alzados entre el dosel de cabezas a lo largo de la calle principal, Cayetano Rodríguez Beltrán.
Al igual que hace 240 años, estas festividades reúnen a gente de varios puntos de todo el país e incluso extranjeros, porque la fiesta de La Candelaria es la más importante de toda la cuenca del Papaloapan.
Desde la mañana de este viernes, miles de visitantes se dan cita en el Santuario de La Candelaria, un recinto rebosante de color y de flores, de silencio y respeto para quienes se acercan a adorarla.
Los espacios públicos de Tlacotalpan, como el muelle y las plazoletas, ven recorrer a músicos, soneros, jaraneros, decimistas, vendedores ambulantes y turistas que, en familia o en grupos de amigos, no pierden la ocasión de tomarse fotos.
También extraños personajes encarnados por bellas mujeres son parte del colorido de una celebración que ya inició y cuyo éxito está garantizado. La Candelaria es una fiesta de todo México. |