Elsbeth Lenz Gutiérrez, ¡oh la amiga Elbesth Lenz! “¡Huele a naftalina!”, me dijo apenas se sentó a la mesa donde desayunamos ayer en el restaurante del hotel Gamma en el que rindió protesta como nuevo dirigente estatal del PRI Felipe Amadeo Flores Espinosa.
Hablaba metafóricamente, claro está, no por el hecho de que muchos asistentes hubieran sacado la chamarra, el suéter, el abrigo o la bufanda que tenían guardados ahora que nos ha estado pegando el frío, sino porque reaparecieron, salieron del clóset o del ropero, los priistas de muchos años de trayectoria pero que hacía mucho tiempo que no se veían en un acto de su partido marginados como fueron por el actual grupo en el poder, que ya se va.
Ese hecho, que se presentaran priistas de viejo cuño que estaban dolidos, resentidos porque nunca fueron tomados en cuenta por los famosos “jóvenes de la fidelidad” que los hicieron a un lado sin consideración alguna, más la circunstancia de que el local que se escogió era muy chico, hizo que el salón donde se desarrolló el acto resultara hasta asfixiante y de milagro no hubo una desgracia.
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Se trató, qué duda cabe, de un acto típicamente priista, como en sus mejores tiempos, sin acarreados pero con políticos venidos de todo el estado en busca de estar cerca de los nuevos jefes, Héctor y Pepe Yunes así como de Amadeo Flores, pero también de retomar el papel que habían venido jugando como militantes además del espacio político del que fueron despojados.
Había curiosidad por saber y ver si llegaría al acto el gobernador Javier Duarte de Ochoa, quien como gobernante que sigue siendo es el jefe político del priismo en Veracruz, pero no se presentó. No se dio explicación alguna. En cambio sí estuvieron cinco de los que aspiraron a la gubernatura, aparte de Héctor Yunes: Pepe Yunes Zorrilla, Alberto Silva Ramos, dirigente saliente además, Erick Lagos Hernández, Tomás Ruiz González y Adolfo Mota Hernández. No asistieron Jorge Carvallo Delfín ni Flavino Ríos Alvarado, si bien a éste se le consideró sólo por haber sido invitado a la comida en la Casa Veracruz en diciembre pasado, pero no firmó el Acuerdo de Unidad.
El mensaje del nuevo dirigente Amadeo Flores fue bien medido. No fue estridente pero fue puntual y contundente. “Las decisiones del partido, como decía Luis Donaldo Colosio, no pueden regresar a los escritorios, a las burocracias o a las cúpulas. Vamos a alejarnos de las oficinas y vamos a acercarnos más a la gente”, dijo, por ejemplo.
Expresó que el mejor discurso debe ser el de los hechos y habló de la necesidad de “recomponer el camino y garantizar mejores condiciones de vida a los veracruzanos”, lo que se interpretó como una crítica a la actual administración por las condiciones en que tiene al estado. “Nuestro partido reconoce la existencia de antiguos agravios, de justos reclamos y de nuevas demandas”.
Ofreció llevar a su partido a las calles, a los barrios, a las colonias, a las comunidades. “Vamos a trabajar lo mismo en las ciudades que en las regiones rurales”, porque señaló que “no hay tiempo que perder; iremos a donde sea necesario. Iremos hasta donde haya un priista dispuesto a trabajar por el partido y sus candidatos".
Vino otro dardo: “Será un PRI con la cara y las manos limpias. Sin sombras ni dudas que abriguen la desconfianza. Será un PRI que use la verdad como bandera” y “el PRI de Veracruz habrá de incorporar lo mejor de nuestra gente; a veracruzanos de todas las regiones, de todas las edades, a quienes son verdaderos líderes sociales, a quienes estudian y proponen solución a sus problemas”, esto porque en los últimos once años sólo un grupo se vino reciclando para los principales cargos en el Gobierno y en las posiciones políticas de su partido.
Y también tuvo indirectas para los de afuera hasta con una advertencia: “Con el trabajo de la militancia estamos listos para ir a una contienda donde se privilegiarán las propuestas por encima de las descalificaciones, pero actuaremos con la fuerza de la verdad cuando esta sea necesaria; no vamos a permitir que el egoísmo, la arrogancia y los intereses perversos sirvan a la confusión y el engaño”. |