Incluso, el periodista Arturo Reyes Isidoro mencionó recientemente en su columna que el gobernador admitió que veía con buenos ojos el crecimiento de Morena en Veracruz. “El año pasado fue el propio gobernador Javier Duarte de Ochoa quien comentó ante un grupo de columnistas la estrategia que seguiría como jefe político de su partido para tratar de mantener el poder, dentro de lo que se incluía si no apoyarlo sí darle todas las facilidades para que Morena creciera a efecto de fragmentar el voto y restarle sufragios a la alianza panista-perredista, que se trataba de impedir entonces”, escribió Reyes Isidoro el 2 de mayo pasado.
A ello hay que agregar la actitud complaciente, sobre todo al inicio de la campaña, de Cuitláhuac García con el régimen duartista, al que dedicaba pocas y suaves críticas. Y ya no digamos del líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador, que en sus visitas a Veracruz ha enfocado sus baterías en atacar a Miguel Ángel Yunes Linares, como si el partido gobernante en Veracruz fuera el PAN y no el PRI.
Pero algo pasó que no estaba en el guión, y hoy por hoy, Cuitláhuac García Jiménez se ha convertido en un serio aspirante a la gubernatura, como ningún otro fuera de los Yunes priista y panista, con quienes ha cerrado la brecha sorprendentemente en apenas un mes de campaña.
Y es sorprendente porque, a diferencia de ellos, a Cuitláhuac no lo conocía nadie -fuera de Xalapa- en el estado de Veracruz hasta el inicio de las campañas proselitistas, por lo que sus posibilidades de continuar creciendo son muy amplias, al faltar todavía tres semanas y media para las elecciones del 5 de junio, mientras que sus competidores podrían haber llegado a su tope máximo.
Lo que podría ser su principal defecto en términos de conveniencia y capacidad para gobernar, su falta de experiencia política, es para Cuitláhuac García su principal virtud electoral, pues como se dice coloquialmente, no tiene “cola que le pisen”, de lo cual ninguno de todos sus demás adversarios puede presumir.
Y cuenta con otro activo del que también carecen los otros candidatos a la gubernatura: el apoyo de una figura carismática como la de Andrés Manuel López Obrador, que ha sido fundamental para el despegue de Cuitláhuac, más allá de la opinión que se tenga de él.
Si Morena llegara a ganar la elección en Veracruz, representaría -citando a un clásico jarocho- “oro molido” para los planes del “Peje” rumbo a la sucesión presidencial de 2018. Así que si tiene a su alcance esa posibilidad, difícilmente la desaprovechará. Y si Morena se apodera de Veracruz, que Javier Duarte se encomiende a algún santo, porque ésa no se la perdona Peña Nieto.
Pusieron un circo y les crecieron los enanos.
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