En una bodega se convirtió la Unidad de Quemados del Hospital Regional de Alta Especialidad de Veracruz, cuyo equipo fue donado gracias a la intervención de la Fundación Michou y Mau, durante la administración de Fidel Herrera Beltrán, denunció la presidenta de la organización altruista, Virginia Sendel. “No sabemos dónde está ese equipo que se encontraba en el piso inaugurado por el entonces gobernador Fidel Herrera y que costó más de tres millones de pesos”, dijo en rueda de prensa la tarde de ayer en las instalaciones de la Universidad Cristóbal Colón, institución que reconoció la labor altruista de la señora Sendel.
Con gran pena y calificando como una vergüenza nacional, aseguró que el quirófano que debía ser usado únicamente para cirugías a niños quemados, para evitar contagios, era usado también por los médicos del hospital para realizar cirugías plásticas personales.
Consternada por la situación, y sin saber en dónde está el equipo, dijo que su Fundación se dio cuenta que el hospital ya no trataba a niños quemados a mediados de esta administración, gracias a las visitas de seguimiento y capacitación que periódicamente realizaban.
Virginia Sendel aseguró que mientras se encontraba el anterior mandatario veracruzano, la unidad de quemados funcionó correctamente y de la mejor manera, pues Herrera Beltrán siempre se ocupó de atender adecuadamente ese renglón en la salud de los veracruzanos.
Busca reunirse con Yunes
Sin embargo dijo que hay mucha gente muy importante que quiere a Veracruz y por eso busca reunirse con el gobernador electo, Miguel Ángel Yunes Linares, para volver a instalar la Unidad de Quemados en el Hospital que tanta falta hace para atender a los niños que lamentablemente sufren quemaduras.
Virginia Sendel aseguró que la Fundación se apoya de instituciones como el Nacional Monte de Piedad pero principalmente de gobiernos responsables, como lo fue en su momento el estado de Veracruz, que se ocupaba de cubrir los gastos de traslados de sus niños quemados, ya que el tratamiento era totalmente gratuito en Galveston, Texas, sin embargo cada traslado cuesta alrededor de 12 mil dólares.
Destacó que cuando un niño es aceptado para su tratamiento en el extranjero es para salvarle la vida y se hacen cargo de él hasta los 18 años, para rehabilitarlo e insertarlo de nuevo a la vida social lo mejor posible, pues llegan a realizarle dos o más cirugías al año con la intención de recuperar su apariencia, pues las llamas dejan terribles huellas.
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