De por sí el PRD andaba de capa caída y desfondándose.
Ahora, con el nuevo escándalo sobre el departamento de un millón de dólares que se compró en Miami su dirigente nacional, Alejandra Barrales Magdaleno, el destino de ese partido es más que incierto, pues nadie les va a comprar ninguna clase de discurso contra la corrupción.
Aunque la ex lideresa de las sobrecargos jura y perjura que compró el depa con sus “ahorros” de 30 años de trabajo y que sigue pagándolo, la verdad es que es una prueba más de cómo los políticos se enriquecen a niveles brutales al amparo del poder, mientras la población a la que “representan” apenas y tiene lo mínimo para sobrevivir, y luego ni eso.
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