El Gran Hotel Manzana se prevé sea inaugurado el 7 de junio. “Sus techos elevados y sus ventanas francesas, que dan a la ciudad vieja, transmiten la sensación del grandeur y el lujo europeo de los viejos tiempos”, señala un documento de promoción de la firma hotelera suiza Kempinski, así lo retoma el diario El País.
En asociación comercial con el Estado (como prácticamente todos los establecimientos en Cuba), la cadena rehabilitó un enorme edificio clásico de principios del siglo XX que ocupa un bloque entero y que es presentado como el hotel “más exclusivo” de la ciudad.
La apertura del Gran Hotel Manzana será el mayor hito de la apuesta de la Cuba socialista por el turismo de élite en la joya del país, La Habana.
Tras el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, La Habana continúa acostumbrándose al desfile de personalidades y a hechos un tanto inusitados. Por ejemplo, el pasado fin de semana se dio el estreno de tiendas en la galería comercial de la planta baja del Gran Hotel Manzana, previo a la inauguración del hospedaje. Armani, Versace, Montblanc están ya en La Habana. También un descendiente de la familia Gucci ha puesto la suya; no es Gucci, pues la marca ya no pertenece a su estirpe, sino un surtido de firmas caras.
Incluso el propio Giorgio Gucci afirmó que Cuba “se ha convertido en el paraíso de la moda” y señaló a la agencia EFE que celebra que La Habana disponga de un lugar donde se encuentre “lo mejor del mercado de lujo europeo”. Incluso estuvo amenizado de dos de los artistas más famosos de la música juvenil cubana: Yomil y El Dany, cantantes de reggaeton (denominado “cubatón”), el género más popular en la isla.
Cuba es un país que cada vez está más preparado para la entrada del capitalismo, pero este mismo llegará para una muy reducida minoría en ese país. Los precios estarán solo al alcance de turistas adinerados y, si acaso, de la naciente y minoritaria nueva clase empresarial cubana, la cual está vinculada a los negocios privados permitidos por el Estado como restaurantes, hostales o transporte turístico.
La mayoría de los ciudadanos cubanos se detiene a contemplar las tiendas como una atracción novedosa y hasta excéntrica, en el corazón de una sociedad que a duras penas puede cubrir las necesidades básicas de alimentación y vestido.
Luego de la exportación de servicios (la gran mayoría de misiones médicas), el turismo es la segunda fuente de ingresos de Cuba, por delante de las remesas, y esta línea al alza lo ha convertido en un gobierno apurado por la recesión y por el colapso de Venezuela, su gran socio económico.
El año pasado el país superó por primera vez en la historia los cuatro millones de turistas. Canadá y Estados Unidos son los países de donde más turistas llegan, con cifras que aumentarán si se levanta la prohibición de Washington.
La estrategia turística cubana está liderada por el Grupo de Administración de Empresas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Gaesa), dirigido por el yerno del presidente Raúl Castro, el general Luis Alberto Rodríguez López-Callejas. Su rama hotelera, Gaviota, es propietaria del Gran Hotel Manzana, que administrará Kempinski y cuya construcción ejecutó la compañía francesa Bouygues, misma compañía que controla también el Saratoga, los futuros Prado y Malecón, Packard y alrededor de 60 hoteles y villas por toda Cuba con unas 27 mil habitaciones en conjunto.
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